El panteonero Gustavo Adolfo de la Cruz, de 35 años de edad, se ha dedicado por más de 28 años a este oficio que le ha llevado a vivir experiencias paranormales en el panteón de Las Cruces San Cristobal.
Narró que hace tres años llegó a la puerta del cementerio una mujer de aproximadamente 30 años de edad, muy bonita, de piel blanca, con un ramo de flores en la mano, “con un vestido entre color blanco y beige”, con cabello suelto y diciéndoles que quería pasar, pero ellos dijeron que ya estaba cerrado.
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Ella insistió en que le dieran el acceso porque no era de Acapulco, que venía de lejos y se le había hecho tarde, que no se tardaría mucho - les dijo- porque “mi tumba está ahí, aquí cerca, esa que está ahí”, señalando a unos metros de en la entrada principal.
Ante la insistencia de la joven y guapa mujer, los panteoneros abrieron el portón y "le dieron chance de pasar a dejar el ramo de flores”, pero al paso de varos minutos no salía, por lo que se preocuparon ya que debían cerrar y fueron a buscarla, sin embargo no encontraron a nadie.
Gustavo Adolfo dijo que no encontró a la chica, pero que en la tumba dónde ella se paró, solo encontró el ramo de flores que ella traía... “pero ya seco”.
En la cripta tenía el nombre de una mujer, la cual ese día que se apareció cumplía un año de fallecida: “ella vino aquí al cabo de año de su muerte”, comentó Gustavo Adolfo.
“Yo me quedé impactado al ver que ya no salió y que se trataba de alguien que ya había muerto exactamente ese día del año anterior”, comentó el panteonero.
Dijo que después de lo sucedido, cuando pasaba por la tumba de aquella mujer “güera y hermosa”, sentía como una presencia, pero después ya no.
La mujer que espantó a los trabajadores del cementerio había muerto en un accidente automovilístico en una carretera, comentaron sus familiares y “creen que se seguía apareciendo porque dónde murió no levantaron su sombra, colocando una cruz”, mencionó Gustavo.