La señora Matilde Adame Santamaría es una madre buscadora que desde hace seis años no ha dejado de buscar a su hijo Andrés Castillo Adame, quien desapareció hace a la edad de 18 años.
El joven estudiante quien también trabajaba un taxi colectivo amarillo con blanco de la ruta del Jardín se lo llevaron hombres desconocidos cuando el se encontraba estacionado en la Calzada Pie de la Cuesta a la altura del centro comercial Chedraui.
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“Se paro a dejar un pasaje ahí afuera de Chedraui y unos hombres de manera agresiva lo abordaron y le ordenaron que los llevara a 5 de Mayo, y de ahí es la fecha que no sé nada de él, se llevaron el vehículo también y según nunca apareció, solo Dios sabe”.
Andrés cursaba el primer año de la preparatoria en el CETMAR, ubicado en la colonia Jardín, y trabajaba sábados y domingos y algunas veces entre semana por la tarde.
Doña Matilde se enteró en la madrugada por la novia de su hijo, Brigit, que se lo habían llevado unos hombres en una camioneta blanca. Inmediatamente ella, interpuso una denuncia ante el Ministerio Público al otro día de la desaparición el 14 de enero del 2018.
El joven estudiante aprendió a manejar un camión urbano a la corta edad de los 12 años gracias a las enseñanzas de su padre, pues él era chofer de un urbano de la ruta de la zona Poniente.
“El empezó bien chico a trabajar desde los 16 años, le gustaba mucho el volante, su papá le enseñó a manejar porque él trabajaba un urbano, se lo llevaba porque yo trabajaba, desde chiquito se lo llevaba en un sillón de huevo ahí lo traía en el urbano, y le decía: api si ya te cansaste yo te ayudo cuando tenía seis años, él era feliz manejando”, recordó la madre buscadora del colectivo Familias en Busca de sus Desaparecidos.
Doña Matilde por años ha pegado fichas de búsqueda en colonias, y en las rutas que tenía su hijo cuando manejaba el taxi colectivo.
Ella tiene fe que donde vende tacos de canasta, en la glorieta de la colonia Jardín Palmas, va a llegar alguien a darle información de dónde esta su hijo, en las condiciones que sean.
Mientras Dios me preste vida yo seguiré buscando a mi hijo
Andres cada que llegaba de trabajar el taxi y anteriormente el camión urbano contaba a su madre cada momento vivido del día en su trabajo, a qué colonia iba, quién se subía, si lo saludaban, entre otros detalles.
“Yo siempre lo esperaba para darle de cenar, a él le gustaban mucho las picaditas. A veces me hacía trampa y se iba a manejar al camión y dejaba de ir a la escuela, pero él me decía ya no gastes yo quiero trabajar, dale estudios a mi hermano. Su único sueño era seguir manejando camiones nuevos”, narró la señora Matilde.