Cuenta la leyenda que el afilador surgió en el siglo XVII, en la provincia de Orense, España, de donde se expandió a nuestro país y es de este oficio que desde hace 20 años vive don Ricardo.
Este es uno de los pocos personajes que todavía recorren la ciudad empujando una especie de carrito de madera y metal, en el que lleva montada una rueda de bicicleta, además de una estructura que permite elevar la rueda, de tal forma que el afilador pueda pedalear para hacer girar la piedra de amolar pero sin desplazarse.
Lee también: Con su cubeta de chilate, se gana la vida desde hace 30 años
Abordado en los momentos en que afila un cuchillo y se ven los llamativos destellos, dice que el oficio lo heredó de su padre, por lo que desde joven se dedica a recorrer las calles con su carrito construido de metal y que lleva una llanta de bicicleta, el cual, por cierto, se lo heredó también su progenitor.
Refiere que aprendió a trabajar y ha recorrido las calles del puerto, en busca no solo de afilar cuchillos, sino también tijeras, machetes y hasta desarmadores, pero también sella enceres de cocina como sartenes.
Don Ricardo para poder sacar el día recorre desde Hogar Moderno, la Progreso y parte de la costera Miguel Alemán, principalmente el área de restaurantes, que es en donde encuentra siempre clientes que requieren de sus servicios.
Todavía recuerda que cuando empezó, cobraba a cuatro pesos por afilada, actualmente se incrementó en 20 pesos por pieza, esto le ha permitido sacar adelante a su familia y a sus 48 años de edad, su vocación es seguir de afilador.
Con orgullo aseguró que le gusta su trabajo y por eso no se cansa recorrer distancias, cuando al final logra sacar algo de ganancias para el sostén de su hogar.
Como parte de sus experiencias, compartió que en una ocasión un vehículo arrollo su carrito y le causó daños, por lo que tuvo que repararlo y hacerlo funcionar de nuevo, para volver a salir a las calles de la ciudad en busca de clientes para afilar sus cuchillos.