Desde su infancia, el escritor Víctor Santana creció rodeado por el narco, siendo testigo de cómo sus patas se iban adueñando cada vez más de su natal Mazatlán, en la década de los 90 del siglo pasado. Sin embargo, aunque en su más reciente novela Cucarachas (Nitro Press, 2023), el narco es un elemento importante, este autor prefirió abordarlo desde lo cómico, alejándose de esa narcoliteratura que le parece una especie de “costumbrismo”.
Se trata de una novela con muchas tramas, en la que una cucaracha del espacio, encubierta en un traje de humano, intenta estafar a un cártel de Mazatlán para así conseguir la droga que su dios cocainómano necesita. Todo rodeado por una realidad donde los narcos se dedican a la producción de películas porno gay, las maquinas pueden llegar a deprimirse y voces de ultratumba se hacen presentes.
“Para mí la literatura del narco, tal y como la conocemos ahora, está muerta. Creo que fue interesante en sus inicios, con esa escritura un tanto rupestre, que rayaba entre la novela y el testimonio, como la que hizo un autor casi desconocido, A. Nacaveva, a finales de los 70; pero también pienso que ya alcanzó su gran modernidad y punto alto con Elmer Mendoza. Él sin duda es un gran escritor, no cabe la menor duda, pero es una tradición que no me interesa. Yo quería pensar el narco con otro tipo de idea, aunque cuando escribí la novela no era nada consiente de todo ello”, dice Víctor Santana, en entrevista con El Sol de México.
ESCRIBIR LO MÁS RIDÍCULO
Educado en materia ficcional en gran parte por el humor de Los Simpson, Santana comenta que en esta novela se propuso escribir una historia que tuviera “una plasticidad y estética caricaturesca”, parecida a la de los personajes amarillos. Mientras que, en cuanto a la estructura, que cruza varias tramas, buscó hacerla compleja, no en su lenguaje sino en su cantidad de temas, como la de la literatura conocida como realismo histérico o maximalismo. Dos de sus obsesiones que chocan entre sí.
“Casi mi propósito en lo que he escrito es crear la cosa más ridícula que se me pudiera ocurrir. Y en principio, no hay nada más ridículo que unas cucarachas del espacio que quieren robar cocaína. A mí me gusta ese tipo de juegos literarios porque me ayudan a escribir”, agrega el autor.
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En cuanto al carácter humorístico de la obra, Santana ahonda en que es algo que considera propio de sus intereses literarios. “A lo que menos me he querido parecer es a esa obsesión que existe ahora por escribir desde el victimismo y la autobiografía. Yo creo que la literatura no debe ser victimista, yo que escribo, como en esta novela, una literatura más o menos gay, es donde menos creo que debe haber victimismo.
“Pienso en escritores como Pedro Lemebel, que él sí tenía la vida más dura. Sólo imaginar en ser un travesti chileno, en un tiempo y lugar donde la dictadura era para amargarse totalmente, pero él, al contrario, no estaba amargado ni escribía una literatura victimista, sus letras eran rabiosas y divertidas. Sin embargo, reconozco que en Cucarachas, sí hablo de los temas que siempre hablo con mis amigos. Al final, la literatura son los temas que nos hacen”, finaliza.