Para Juan la danza lo es todo, desde hace más de 40 años su vida está completamente dedicada a este arte, gracias a ello, junto al ballet Xochicalli, ha visitado una decena de países y casi todos los estados de la República Mexicana.
Juan Carranza Soriano, relató que en su juventud tuvo problemas de alcoholismo y cometió muchas acciones incorrectas al grado que sus familiares preocupados porque no estaba rindiendo en la escuela, notaron también que para lo único que era bueno era para la danza, entonces decidieron apoyarlo para que se fuera al estado de Nayarit a estudiar en la escuela estatal de Bellas Artes.
Al regresar a Guerrero Juan fundo el Ballet Xochicalli, también participó en danzas de Tlacololeros en los que representó varios personajes hasta que se le dio la oportunidad de insertarse en el personaje principal que es el tigre.
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Además de ser un excelso ejecutor de danza regional, Juan se ha convertido en investigador, gestor, promotor y maestro de danza, lo que le ha llevado a coordinar en muchas ocasiones el tradicional Paseo del Pendón que es la fiesta más importante de la capital.
Reseñó que en la época del gobernador Ruiz Massieu se logró tener 45 danzas en el paseo del Pendón, danzas que eran muy variadas y de ellas algunas ya desaparecieron en la capital, como la de los Conejos y la de los Zopilotes, a partir de esa participación el paseo del pendón empezó a crecer cada años en el número de participaciones.
“Hubo años en los que tuvimos que hacer una zona de chineleros, porque había muchas danzas de Chinelos y las pusimos a todas juntas”, el paseo del pendón a logrado tener hasta 200 grupos de danzantes participando en esta festividad.
Durante el gobierno de René Juárez la fiesta de Chilpancingo creció porque el gobernador decidió aportar tres millones de pesos para hacer la fiesta, esto permitió apoyar a los grupos de danzantes y estimular más la participación.
“En aquellos años en la danza se respetaba también el sentido ritual, porque las danzas son un dedicadas a algo, a veces a las actividades agrícolas como la de los Tlacololeros, otras en especial para un santo como los Santiagueros”.
Hoy casi 40 años después de haber ido a la escuela de Bellas Artes, Juan asegura que la danza y el apoyo de sus compañeros de un grupo de autoayuda le permitieron alejarse completamente del alcohol, aseguró que su familia y amigos no se equivocaron al apoyarlo para estudiar esa carrera.
“Mi mayor logro en la danza es ver que un niño se suba a una tarima, que un joven toque con el pito y el tambor el son del Tlacololero, porque en ellos está la posibilidad de preservar las tradiciones”.