A dos semanas de la instalación de andamios para el retiro de los murales del Centro SCOP, como parte de los trabajos preliminares del nuevo Parque del Muralismo Mexicano, expertos alertan sobre la necesidad de asegurar la preservación del patrimonio artístico que data de principios de los años 50.
“Al cabo del proceso de investigación, lo que pensamos es que se debe conservar la integridad de los sentidos de los murales, independientemente de las operaciones de rescate que se lleven a cabo”, señala el doctor en Historia del Arte Renato González Mello, especialista del Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE) de la UNAM, e integrante del grupo de académicos y alumnos universitarios, que desde 2018 se han pronunciado por la conservación de este espacio.
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“El orden final no puede ser sustancialmente distinto o hasta opuesto del que los tableros tenían originalmente, porque ahí no sólo hay un sentido literal de lo que cuentan los símbolos, sino que también está una intencionalidad de la distribución de los espacios que es explícita”, agrega.
Los 16 murales, abarcan seis mil 500 metros cuadrados, poco más de la mitad del total del Centro firmados por los artistas Juan O’ Gorman, José Chávez Morado, Guillermo Monroy, José Gordillo, Arturo Estrada Hernández, Luis García Robledo, Rosendo Soto y Jorge Best Berganzo.
OBRA CENTRAL EN LA HISTORIA DEL ARTE MEXICANO
Por la complejidad técnica, relevancia histórica y artística, así como repercusión social para los vecinos de Narvarte Poniente y de la capital del país―donde se encontraba la extinta Secretaría de Comunicaciones y Transportes― esta operación de rescate, es “un hecho sin precedentes” en materia de conservación de monumentos, “equiparable con los trabajos que han hecho en la Catedral de la Ciudad de México”, explica González Mello.
“Esta es una muestra como pocas, una obra central de lo que se llamó ‘la integración plástica’ a la mitad del siglo XX, un conjunto de teorías y postulados éticos sobre la convergencia de las artes en ejercicios de planeación, los cuales, además, al reconstruir la unidad originaria de las artes, ayudarían a restituir la unidad de la sociedad. También es la época del crecimiento sostenido y la idea de que se puede promover el desarrollo del país. En sus muros está esa utopía”, apunta el investigador, quien asegura que hay muy pocos recintos que tengan la misma dimensión, entre ellos Ciudad Universitaria y la Escuela Normal de Jalisco.
RESTAURACIONES ANTERIORES
Por su parte, la especialista en restauración Elsa Arroyo, también investigadora del IIE, hace hincapié en que se debe considerar que los murales de los edificios A y B, que fueron afectados por los terremotos de 1985 y de 2017, y serán demolidos en este nuevo proyecto, ya habían presentado trabajos de restauración.
Estos estuvieron a cargo del muralista Jorge Best, los cuales provocaron alteraciones, que no resolvieron del todo el rescate de la imagen original, aunque fue un “trabajo responsable con las herramientas y elementos que tenían a la mano”. Estas intervenciones se llevaron acabo en dos etapas, presumiblemente por cuestiones de presupuesto, entre 1988 y 1989, y de 1993 a 1995.
Ambos edificios eran de 11 niveles, pero tras las restauraciones fueron reducidos a seis. Los murales trataron de ser rescatados en su totalidad, sin éxito. La especialista considera que quizá la solución fue cambiar la estructura original de los murales, cuyos mosaicos primarios están embebidos en el concreto del mismo muro, para volverlos en mosaicos móviles como una medida ante nuevos daños por movimientos sísmicos. Esto quiere decir que las partes de los murales originales, serán cortados con los mismos muros que los sostienen.
“Son dos momentos de construcción y técnicos muy distintos: el de los años 50 y el de la reconstrucción. El más fácil de atender es el la reconstrucción, porque ya fue hecho con una lógica móvil, con conciencia de que los edificios se podrían caer. Pero los que están en riesgo son los murales originales, ya que son los que tiene problemas de alteración cromática y fisicoquímica que no se han podido resolver”, señala la restauradora.
La especialista destaca que los originales están en las partes inferiores, donde se encuentran las firmas de los artistas, además de que son los que se encuentran más cerca de la vista normal de los visitantes.
González Tello agrega que la disposición final de los murales ya restituidos hacia 1990, sí respeta en lo general la composición propuesta por Chávez Morado y O’ Gorman; sin embargo no equipara su apariencia, pues a pesar de que pudieran ser reproducidos, sus materiales no tienen las mismas condiciones, razón por lo que cada pieza es única.
“Nosotros creemos que se debe conservar tanto las restauraciones como los originales, porque representan el esfuerzo de un grupo que en condiciones muy desfavorables se esforzaron por no perder su patrimonio”, afirma.
MURALES, SISTEMAS COMPLEJOS
Luego de que en 2018 se anunciara que los mosaicos del Centro Scop formarían parte del ahora cancelado proyecto del nuevo Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México en Texcoco, se llevó a cabo el desprendimiento de varios de estos mosaicos. Tras el cambio de propuesta, aseguran los investigadores, los mosaicos se encuentran en muy óptimas condiciones dentro del mismo recinto.
Sin embargo, ambos señalan que, contrariamente a la idea de Juan O ‘Gorman, que veía en la piedra un material más permanente para pintar, estos mosaicos requieren y requerirán constantes trabajos de restauración, por un principio simple, que la materia no se mantiene estática.
“Los murales son sistemas muy complejos, donde estamos viendo un problema de curvas de alteración, de diferentes materiales frente a otros. Materiales que se delaminan, se exfolian y pierden su color frente a otros que son mucho más fuertes y resistentes. Este envejecimiento natural hace que, en otras obras, por lo regular se cambien las piezas envejecidas por nuevas, para mantener su estado inmediato, sin embargo esto no resuelve un problema como es el de la dimensión del Centro Scop del que proponemos que cada uno de los materiales alargue su uso útil”, puntualizó Elsa Arroyo.
DECISIONES CON DIAGNÓSTICO
Los trabajos en el espacio en cuestión, que se han acelerado tras la firma del anteproyecto de decreto que declarará al Centro Scop como monumento artístico, contemplan -según hicieron saber vecinos en febrero de este 2023- la construcción de teatros, salas de cine, talleres y restaurantes, además de un espejo de agua que será rodeado por estructuras que sostendrán los murales.
Sobre estas decisiones y las que vengan, Elsa Arroyo desataca la necesidad de tener “diagnósticos interinstitucionales, multidimensionales y colegiados” que los respalden.
“Si pensamos en este sistema complejo de los murales hay que ver todos los factores. Por ejemplo, simplemente por condiciones de estar a la intemperie, tenemos una alteración diferencial en cada una de las caras de este monumento. ¿Qué va a pasar ahora? ¿Cómo se van a poner? ¿Vamos a pensar en replicar esas condiciones?”, cuestiona la restauradora.
Los investigadores, que están próximos a publicar un libro que proveerá el primer estudio monográfico sobre el valor histórico y artístico del lugar, también destacan que este rescate pone en cuestionamiento el que se estén cumpliendo los estatutos de acuerdos internacionales para la conservación y restauración de monumentos, como la Carta de Venecia, que dicta, entre otros lineamientos, que los monumentos deben mantener su espacio arquitectónico. Sin embargo, consideran que hay que estar abiertos al diálogo y la discusión con el Estado y los integrantes de la sociedad civil para la mejor solución.
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“Para esta nueva restitución espacial, también tendrán que tomar decisiones. Es muy importante pensar cómo lograr que se unan estos programas, que respeten su significado original y el se sus modificaciones a través del tiempo, pero que al mismo tiempo se vuelva algo significativo a nivel contemporáneo”, comenta la restauradora Elisa Arroyo.
Mientras que, Renato González Mello afirma que habría que buscar hacer algo “que volviera a ganar el lugar que tuvo y que se apagó después del terremoto del 85. Esto sin hacer una falsificación histórica; proponemos como solución entrar de lleno en la discusión técnica y científica para adoptar, con los ojos abiertos, soluciones realistas” concluye el también docente, quien afirma “que no se trata de un problema de solución obvia”.
Con la próxima publicación del libro con el estudio monográfico del Centro Scop, los especialistas esperan poder promover el interés de la sociedad por este espacio cultural, y también que sea de utilidad para llevar a buen puerto el rescate de este patrimonio de México.
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