Moscú.- Una exposición numismática cuenta la historia de la dinastía imperial rusa de los Románov, desde su nacimiento hasta su ocaso, a través de las monedas de oro acuñadas durante más de tres siglos (1613-1917).
"Es un intento acertado de contar la historia de los Románov utilizando sus monedas", comentó Kristina Bakshútova, especialista del Museo del Club Numismático Internacional de Moscú, al señalar que en la muestra se pueden ver monedas de oro desde los Tiempos Turbios hasta el último zar ruso, Nicolás II.
El grueso de las monedas exhibidas, más de medio millar, fueron impresas "para ser utilizadas en la corte o para ocasiones especiales" aunque en determinadas épocas del Imperio ruso también tuvieron una circulación mayor.
Se trata de una historia en la que cada monarca dejó su impronta. De modo particular se puede observar el salto cualitativo que tuvo la industria de la moneda con la llegada al trono del emperador Pedro I (1682).
Si bien las monedas confeccionadas en su infancia, durante la regencia de su media hermana Sofía, eran impresas de modo artesanal, tras su ascenso al poder comenzó a utilizar sistemas de prensa para acuñarlas de modo industrial.
Esto no sólo cambió la factura de las monedas, sino que abrió las puertas al comercio con el Viejo Continente, al que buscaba mostrar sus nuevas conquistas.
"Por ejemplo, en este chervonets (antigua unidad monetaria rusa) de 1711, en los picos y las garras del águila bicéfala se observan cuatro mapas, que dan fe de la salida del país a los cuatro mares: el Blanco, el Báltico, el mar de Azov y el Caspio", comenta Bakshútova.
La experta recuerda también que Pedro I ordenó acuñar monedas antes de su viaje de 1716 a Europa, en las que los textos no fueron impresos en cirílico sino en alfabeto latino y destacó de modo especial la palabra Imperio, cinco años antes de que Rusia se proclamase como tal.
El reinado de Isabel I de Rusia destacó por comenzar a acuñar monedas con oro ruso, ya que anteriormente las confeccionaba con materia prima de China u otros países.
La célebre Catalina la Grande también aportó al arte de la moneda rusa, al intentar mantener la equivalencia de los chervonets rusos y los ducados europeos.
Las monedas rusas de aquella época no sólo se hacían a imagen y semejanza del ducado europeo, sino que incluso, cuando el nominal del rublo de oro bajó, Rusia halló una solución "no tradicional" y acuñó en 1769 ducados idénticos a los originales.
"Aquí se muestran esos mismos 'ducados holandeses', la divisa europea de aquella época. Realmente se acuñaban en Rusia, con oro ruso, en detrimento a las monedas originales y su circulación", comenta, en alusión a que las copias eran tan perfectas que los especialistas todavía hoy no pueden distinguirlas del original.
Las monedas del último zar, Nicolás II, también fueron testigos del contradictorio esplendor que le costó el trono en 1917.
Justo durante su reinado el rublo buscó lograr su respaldo en oro por medio de una particular "devaluación" en la que las monedas de oro de un mismo peso pasaron a tener un nominal mayor, pero, "gracias a esto, el rublo estuvo respaldado con oro incluso en los momentos más difíciles".