/ sábado 23 de marzo de 2024

Eduardo Matos Moctezuma expone en su más reciente publicación relación entre mexicas y teotihuacanos

Eduardo Matos Moctezuma conversa sobre su reciente publicación, un libro de gran formato que recopila investigaciones y hallazgos de él mismo y otros arqueólogos

La cultura teotihuacana, cuya existencia se estima entre el año primero al 650 de nuestra era, fue una de las más grandes influencias de los pueblos de Mesoamérica. Entre ellos, los mexicas se inscribieron como unos de sus especiales receptores, a pesar de haber descubierto siete siglos después los asentamientos de aquella antiquísima civilización completamente en ruinas, a las que llamaron Teotihuacán o “Ciudad de los Dioses”.

En su nuevo libro, “Teotihuacán y Tenochtitlán: De la Pirámide del Sol al Templo Mayor”, el reconocido arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma revisita y sintetiza los hallazgos arqueológicos y estudios, realizados por él y colegas suyos, los cuales dan fe de la estrecha relación entre ambas civilizaciones.

“Lo interesante es que, seguramente, para poder conocer esa ‘obra de los dioses’, los mexicas tuvieron que excavar en Teotihuacán. ¿Por qué lo afirmamos? Porque en nuestras excavaciones del Templo Mayor hemos encontrado objetos teotihuacanos; pero, también, porque hemos visto que en Tenochtitlán hay adoratorios que tienen el mismo orden arquitectónico que había en Teotihuacán”, explica Matos Moctezuma en entrevista con El Sol de México.

“Pero no sólo es eso, porque igualmente hemos encontrado imitaciones de la pintura teotihuacana, con símbolos muy específicos y, más aún, de esculturas, por ejemplo, una figura del Dios del fuego, Huehuetéotl, que fue hecha con el estilo azteca, pero con las mismas características y posición como lo representaban mil años antes”, agrega el fundador de las excavaciones del Templo Mayor en el centro histórico de la Ciudad de México.

GRANDEZA DIVINA

Otros indicios de la influencia de Teotihuacán en Tenochtitlán son la distribución urbana de ambas ciudades —la primera, y la última de Mesoamérica respectivamente— así como la existencia en varios códices del mito mexica de la “Leyenda de los soles”, que afirma que los dioses se juntaron en los asentamientos teotihuacanos para crear el Quinto Sol.

Matos Moctezuma afirma en este libro, como ha hecho en escritos anteriores, la importancia espiritual de los teotihuacanos para el pueblo mexica. “Yo he escrito que los mexicas tomaron a dos culturas como sus parámetros de grandeza. Uno, Teotihuacán, que fue su parámetro de grandeza divina, porque creían que habían sido los dioses quienes la construyeron, razón por la que quisieron incorporar todo ese bagaje a su ciudad; y el segundo, el pueblo tolteca, como parámetro de grandeza humana, ya que fueron más cercanos a ellos cronológicamente y que de ellos se hablaba, entre otras cosas, que eran grandes constructores”.

INFLUENCIA DESDE SU FUNDACIÓN

Matos Moctezuma, precisa que la idea de la relación entre ambas civilizaciones ha sido propuesta y estudiada por destacados antropólogos y arqueólogos, desde tiempo atrás, como Miguel León-Portilla (1926-2019) y Leonardo López Luján (1964). Así que esta nueva publicación, suma aquellas percepciones con la suya y revisa fuentes históricas referentes a ambas ciudades, como los escritos de Carlos de Sigüenza y Góngora, en el siglo XVII, y los de otros cronistas, pero también de excavaciones contemporáneas, como las más recientes hechas por el arqueólogo Sergio Gómez, debajo del Templo de Quetzalcóatl, en Teotihuacán.

Por su cercanía con el proyecto del Templo Mayor, que ya cumple 46 años, convirtiéndose así en la exploración arqueológica más duradera y sin interrupciones del país, Matos Moctezuma menciona que en este libro hay un gran número de fotografías de los hallazgos arqueológicos hechos en el proyecto que él fundó.

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“Principalmente (las piezas encontradas), corresponden a 1450 en adelante hasta 1521, cuando llega, como bien sabemos, la Conquista Española. El Templo Mayor tiene siete etapas, pero estas presencias de objetos teotihuacanos como ofrendas cerámicas y otras, vienen a presentarse desde la quinta etapa. En lo que llamamos la etapa seis, vemos por ejemplo los dos Templos Rojos, que están ubicados a ambos costados, al norte y al sur del gran templo mayor, en los que encontramos imitación arquitectónica y tableros de inspiración teotihuacana”, menciona.

El doctor Moctezuma destaca de esta publicación su intención divulgativa, por lo que ha procurado mantener un lenguaje asequible para todo público lector: “Creo que es muy importante el papel de la arqueología y la historia porque datan de nuestros antecedentes. Ambas son las ramas que nos permiten entrar en el pasado para traerlo al presente, algo muy necesario para todos los pueblos del mundo, pues en gran parte de ello se define su identidad”, finaliza.

La cultura teotihuacana, cuya existencia se estima entre el año primero al 650 de nuestra era, fue una de las más grandes influencias de los pueblos de Mesoamérica. Entre ellos, los mexicas se inscribieron como unos de sus especiales receptores, a pesar de haber descubierto siete siglos después los asentamientos de aquella antiquísima civilización completamente en ruinas, a las que llamaron Teotihuacán o “Ciudad de los Dioses”.

En su nuevo libro, “Teotihuacán y Tenochtitlán: De la Pirámide del Sol al Templo Mayor”, el reconocido arqueólogo Eduardo Matos Moctezuma revisita y sintetiza los hallazgos arqueológicos y estudios, realizados por él y colegas suyos, los cuales dan fe de la estrecha relación entre ambas civilizaciones.

“Lo interesante es que, seguramente, para poder conocer esa ‘obra de los dioses’, los mexicas tuvieron que excavar en Teotihuacán. ¿Por qué lo afirmamos? Porque en nuestras excavaciones del Templo Mayor hemos encontrado objetos teotihuacanos; pero, también, porque hemos visto que en Tenochtitlán hay adoratorios que tienen el mismo orden arquitectónico que había en Teotihuacán”, explica Matos Moctezuma en entrevista con El Sol de México.

“Pero no sólo es eso, porque igualmente hemos encontrado imitaciones de la pintura teotihuacana, con símbolos muy específicos y, más aún, de esculturas, por ejemplo, una figura del Dios del fuego, Huehuetéotl, que fue hecha con el estilo azteca, pero con las mismas características y posición como lo representaban mil años antes”, agrega el fundador de las excavaciones del Templo Mayor en el centro histórico de la Ciudad de México.

GRANDEZA DIVINA

Otros indicios de la influencia de Teotihuacán en Tenochtitlán son la distribución urbana de ambas ciudades —la primera, y la última de Mesoamérica respectivamente— así como la existencia en varios códices del mito mexica de la “Leyenda de los soles”, que afirma que los dioses se juntaron en los asentamientos teotihuacanos para crear el Quinto Sol.

Matos Moctezuma afirma en este libro, como ha hecho en escritos anteriores, la importancia espiritual de los teotihuacanos para el pueblo mexica. “Yo he escrito que los mexicas tomaron a dos culturas como sus parámetros de grandeza. Uno, Teotihuacán, que fue su parámetro de grandeza divina, porque creían que habían sido los dioses quienes la construyeron, razón por la que quisieron incorporar todo ese bagaje a su ciudad; y el segundo, el pueblo tolteca, como parámetro de grandeza humana, ya que fueron más cercanos a ellos cronológicamente y que de ellos se hablaba, entre otras cosas, que eran grandes constructores”.

INFLUENCIA DESDE SU FUNDACIÓN

Matos Moctezuma, precisa que la idea de la relación entre ambas civilizaciones ha sido propuesta y estudiada por destacados antropólogos y arqueólogos, desde tiempo atrás, como Miguel León-Portilla (1926-2019) y Leonardo López Luján (1964). Así que esta nueva publicación, suma aquellas percepciones con la suya y revisa fuentes históricas referentes a ambas ciudades, como los escritos de Carlos de Sigüenza y Góngora, en el siglo XVII, y los de otros cronistas, pero también de excavaciones contemporáneas, como las más recientes hechas por el arqueólogo Sergio Gómez, debajo del Templo de Quetzalcóatl, en Teotihuacán.

Por su cercanía con el proyecto del Templo Mayor, que ya cumple 46 años, convirtiéndose así en la exploración arqueológica más duradera y sin interrupciones del país, Matos Moctezuma menciona que en este libro hay un gran número de fotografías de los hallazgos arqueológicos hechos en el proyecto que él fundó.

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“Principalmente (las piezas encontradas), corresponden a 1450 en adelante hasta 1521, cuando llega, como bien sabemos, la Conquista Española. El Templo Mayor tiene siete etapas, pero estas presencias de objetos teotihuacanos como ofrendas cerámicas y otras, vienen a presentarse desde la quinta etapa. En lo que llamamos la etapa seis, vemos por ejemplo los dos Templos Rojos, que están ubicados a ambos costados, al norte y al sur del gran templo mayor, en los que encontramos imitación arquitectónica y tableros de inspiración teotihuacana”, menciona.

El doctor Moctezuma destaca de esta publicación su intención divulgativa, por lo que ha procurado mantener un lenguaje asequible para todo público lector: “Creo que es muy importante el papel de la arqueología y la historia porque datan de nuestros antecedentes. Ambas son las ramas que nos permiten entrar en el pasado para traerlo al presente, algo muy necesario para todos los pueblos del mundo, pues en gran parte de ello se define su identidad”, finaliza.

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