Los príncipes británicos Guillermo y Enrique pondrán sus diferencias de lado el jueves para inaugurar una estatua de su difunta madre, la princesa Diana, el día en que habría cumplido 60 años.
La estatua en honor a Diana, quien murió en un accidente automovilístico en 1997 en París, estará en el Sunken Garden del Palacio de Kensington, su antiguo hogar.
La preparación del evento ha sido objeto de una intensa atención mediática, ya que los hermanos apenas se hablan después tras su público distanciamiento.
"Creo que va a ser muy incómodo", dijo la analista de la realeza Penny Junor. "Harán un espectáculo porque las cámaras estarán ahí, pero ninguno de los dos es muy bueno para ocultar sus emociones".
Guillermo tenía 15 años y Enrique 12 cuando la limusina que transportaba a su madre y a su pareja, el empresario egipcio Dodi al-Fayed, se estrelló en un túnel de París mientras huía de fotógrafos que los perseguían.
Ambos hermanos han hablado públicamente del profundo trauma que les causó la pérdida y cómo afectó su salud mental durante años.
En 2017, encargaron la estatua para conmemorar su legado y su vida, eligiendo como diseñador al escultor Ian Rank-Broadley, cuya efigie de la reina Isabel se ha utilizado en monedas británicas y de la Commonwealth.
La estatua se dará a conocer en lo que funcionarios describen como un pequeño evento al que asistirán los príncipes y la familia cercana de Diana en el Palacio de Kensington, donde Guillermo, de 39 años, ahora vive con su familia.
Enrique, de 36 años, también solía vivir en el palacio, pero se mudó a California luego de que él y su esposa estadounidense Meghan renunciaron a sus deberes reales el año pasado.
Desde entonces, Enrique ha lanzado algunos ataques contra su familia y las instituciones reales, incluida una acusación de racismo que él y Meghan hicieron en una entrevista con la presentadora de televisión estadounidense Oprah Winfrey, que según informes de medios enfureció a su hermano.