/ lunes 2 de septiembre de 2024

Violeta del Anáhuac | Taxco secuestrado

Saborear un pan recién horneado es no solo comer una masa cuyo consumo se remonta a tiempo ancestral, sino que tiene gran significado para las familias, en este caso las mexicanas. A su alrededor concita a sus integrantes a saborear un café, un chocolate, un te, un atole con un pan dulce, salado, relleno, hojaldres, muffin, y una larga lista de etc, sino que además está relacionado con celebraciones en los cumpleaños o hasta en día de muertos.

De acuerdo al censo de 2020, la población que tiene Taxco es de 105 mil 586 habitantes, de los que el 52.3% son mujeres y el 47.7% hombres.

Y qué tiene que ver un pan con el censo del Inegi en Taxco?

Si de esos 105 mil 586 habitantes, unos 300 mil comen todos los días un pan, la industria de la panificación debe darle respuesta con productos de calidad y buen precio.

Pero esos productos en Taxco, subieron su precio ¿la razón? Panificadores y expendedores a voz silenciosa se dice que son extorsionados por el crimen organizado para determinar cuántos panes salen a la venta y su costo.

Si somos conservadores en los datos, solo en el pago de piso y si por cada pan esos delincuentes cobran un peso y consumen 300 mil personas una pieza de pan al día, quiere decir que a base de la extorsión en Taxco esos sujetos se llevan ¡300 mil pesos diarios!

En Taxco, no solo el pan está sujeto el precio de su venta a factores relacionados con grupos que actúan fuera de la ley, otros productos también y otros negocios, según nos refieren fuentes que piden guardar su anonimato, mismas que señalan que productos como el pollo y el huevo deben ser comprados a los hijos de un empresario que despacha como Alcalde en estos momentos.

En Taxco un pan tiene no solo el sabor de una panificadora experta, también tiene el amargo sabor del miedo silenciado por ese mismo temor de que se siente vulnerable y está vigilado para mantener ese silencio que lo conduce a estar secuestrado y conocer a quienes se han ganado el saludo y la calidad de proveedores no por el respeto, sino por la impunidad que gozan.

Saborear un pan recién horneado es no solo comer una masa cuyo consumo se remonta a tiempo ancestral, sino que tiene gran significado para las familias, en este caso las mexicanas. A su alrededor concita a sus integrantes a saborear un café, un chocolate, un te, un atole con un pan dulce, salado, relleno, hojaldres, muffin, y una larga lista de etc, sino que además está relacionado con celebraciones en los cumpleaños o hasta en día de muertos.

De acuerdo al censo de 2020, la población que tiene Taxco es de 105 mil 586 habitantes, de los que el 52.3% son mujeres y el 47.7% hombres.

Y qué tiene que ver un pan con el censo del Inegi en Taxco?

Si de esos 105 mil 586 habitantes, unos 300 mil comen todos los días un pan, la industria de la panificación debe darle respuesta con productos de calidad y buen precio.

Pero esos productos en Taxco, subieron su precio ¿la razón? Panificadores y expendedores a voz silenciosa se dice que son extorsionados por el crimen organizado para determinar cuántos panes salen a la venta y su costo.

Si somos conservadores en los datos, solo en el pago de piso y si por cada pan esos delincuentes cobran un peso y consumen 300 mil personas una pieza de pan al día, quiere decir que a base de la extorsión en Taxco esos sujetos se llevan ¡300 mil pesos diarios!

En Taxco, no solo el pan está sujeto el precio de su venta a factores relacionados con grupos que actúan fuera de la ley, otros productos también y otros negocios, según nos refieren fuentes que piden guardar su anonimato, mismas que señalan que productos como el pollo y el huevo deben ser comprados a los hijos de un empresario que despacha como Alcalde en estos momentos.

En Taxco un pan tiene no solo el sabor de una panificadora experta, también tiene el amargo sabor del miedo silenciado por ese mismo temor de que se siente vulnerable y está vigilado para mantener ese silencio que lo conduce a estar secuestrado y conocer a quienes se han ganado el saludo y la calidad de proveedores no por el respeto, sino por la impunidad que gozan.