/ martes 30 de julio de 2024

UNAM, 95 años de autonomía

Este año, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) celebra 95 años de autonomía, un hito que merece ser conmemorado con orgullo y reflexión.

Desde su fundación en 1910, nuestra Máxima Casa de Estudios ha sido un pilar fundamental en la educación superior de nuestro país, pero fue en 1929 cuando obtuvo su autonomía, marcando un antes y un después en su historia. Esta autonomía no solo ha permitido a la UNAM consolidarse como una institución académica de excelencia, sino también como un motor vital de movilidad social y un baluarte de pensamiento crítico.

La autonomía universitaria de la UNAM fue el resultado de un movimiento estudiantil que exigía libertad académica y administrativa, así como la capacidad de gobernarse a sí misma. En 1929, el entonces presidente Emilio Portes Gil respaldó esta autonomía, permitiendo a la universidad definir su propio destino.

Esta decisión histórica permitió a la UNAM diseñar sus planes de estudio, elegir a sus autoridades y manejar su presupuesto sin la intervención directa del gobierno.

No es menor señalar que desde que obtuvo su autonomía, la UNAM ha desempeñado un papel crucial en la formación de generaciones de profesionales, investigadores y líderes que han contribuido significativamente al desarrollo de México. Su legado se refleja en cientos de miles de egresados, quienes han destacado en diversos campos como la ciencia, la cultura, la política y la tecnología.

La UNAM es también un símbolo de la movilidad social en nuestro país. A lo largo de los años, ha ofrecido oportunidades educativas a estudiantes de todos los estratos sociales, promoviendo la igualdad y la inclusión. Su compromiso con la educación pública y gratuita ha sido una herramienta poderosa para combatir la desigualdad y fomentar el progreso social.

Además, en un contexto donde las autonomías parecen incomodar al poder en turno, es crucial recordar por qué la autonomía de la UNAM es esencial.

La independencia de la universidad garantiza la libertad de cátedra, investigación y expresión, pilares fundamentales para el desarrollo del conocimiento y la innovación. Sin esta autonomía, la capacidad de la UNAM para cuestionar, investigar y proponer soluciones a los problemas nacionales se vería gravemente comprometida.

La autonomía es también una barrera contra la injerencia política, permitiendo a la Universidad mantenerse como un espacio libre de presiones externas y dedicado exclusivamente al avance del conocimiento y la formación integral de sus estudiantes. En un entorno donde las instituciones autónomas son vistas con animadversión, es más importante que nunca defender esta independencia.

Cabe mencionar que la autonomía de la UNAM no es un capricho, sino una necesidad fundamental para asegurar su misión educativa y social. Lo anterior, permite a la Universidad adaptarse a los cambios y desafíos de la sociedad, innovar en sus métodos educativos y mantenerse relevante en un mundo en constante evolución. Esto es, una garantía de calidad y libertad académica que beneficia a toda la sociedad.

Sin duda alguna, celebrar los 95 años de autonomía de la UNAM es reconocer su papel histórico y su relevancia contemporánea. Es un llamado a proteger y fortalecer esta autonomía frente a cualquier amenaza, entendiendo que su preservación es esencial para el desarrollo de México.

La UNAM fue, es y seguirá siendo un faro de conocimiento y justicia social, siempre y cuando se respete y mantenga su independencia. Por ello, es fundamental que como sociedad defendamos su autonomía, asegurando que continúe siendo un motor de movilidad social y un espacio de libertad y pensamiento crítico.

Este año, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) celebra 95 años de autonomía, un hito que merece ser conmemorado con orgullo y reflexión.

Desde su fundación en 1910, nuestra Máxima Casa de Estudios ha sido un pilar fundamental en la educación superior de nuestro país, pero fue en 1929 cuando obtuvo su autonomía, marcando un antes y un después en su historia. Esta autonomía no solo ha permitido a la UNAM consolidarse como una institución académica de excelencia, sino también como un motor vital de movilidad social y un baluarte de pensamiento crítico.

La autonomía universitaria de la UNAM fue el resultado de un movimiento estudiantil que exigía libertad académica y administrativa, así como la capacidad de gobernarse a sí misma. En 1929, el entonces presidente Emilio Portes Gil respaldó esta autonomía, permitiendo a la universidad definir su propio destino.

Esta decisión histórica permitió a la UNAM diseñar sus planes de estudio, elegir a sus autoridades y manejar su presupuesto sin la intervención directa del gobierno.

No es menor señalar que desde que obtuvo su autonomía, la UNAM ha desempeñado un papel crucial en la formación de generaciones de profesionales, investigadores y líderes que han contribuido significativamente al desarrollo de México. Su legado se refleja en cientos de miles de egresados, quienes han destacado en diversos campos como la ciencia, la cultura, la política y la tecnología.

La UNAM es también un símbolo de la movilidad social en nuestro país. A lo largo de los años, ha ofrecido oportunidades educativas a estudiantes de todos los estratos sociales, promoviendo la igualdad y la inclusión. Su compromiso con la educación pública y gratuita ha sido una herramienta poderosa para combatir la desigualdad y fomentar el progreso social.

Además, en un contexto donde las autonomías parecen incomodar al poder en turno, es crucial recordar por qué la autonomía de la UNAM es esencial.

La independencia de la universidad garantiza la libertad de cátedra, investigación y expresión, pilares fundamentales para el desarrollo del conocimiento y la innovación. Sin esta autonomía, la capacidad de la UNAM para cuestionar, investigar y proponer soluciones a los problemas nacionales se vería gravemente comprometida.

La autonomía es también una barrera contra la injerencia política, permitiendo a la Universidad mantenerse como un espacio libre de presiones externas y dedicado exclusivamente al avance del conocimiento y la formación integral de sus estudiantes. En un entorno donde las instituciones autónomas son vistas con animadversión, es más importante que nunca defender esta independencia.

Cabe mencionar que la autonomía de la UNAM no es un capricho, sino una necesidad fundamental para asegurar su misión educativa y social. Lo anterior, permite a la Universidad adaptarse a los cambios y desafíos de la sociedad, innovar en sus métodos educativos y mantenerse relevante en un mundo en constante evolución. Esto es, una garantía de calidad y libertad académica que beneficia a toda la sociedad.

Sin duda alguna, celebrar los 95 años de autonomía de la UNAM es reconocer su papel histórico y su relevancia contemporánea. Es un llamado a proteger y fortalecer esta autonomía frente a cualquier amenaza, entendiendo que su preservación es esencial para el desarrollo de México.

La UNAM fue, es y seguirá siendo un faro de conocimiento y justicia social, siempre y cuando se respete y mantenga su independencia. Por ello, es fundamental que como sociedad defendamos su autonomía, asegurando que continúe siendo un motor de movilidad social y un espacio de libertad y pensamiento crítico.