/ sábado 4 de septiembre de 2021

Tortuoso camino

La Cuarta Transformación llegó a la mitad de este tramo sexenal con 98 de 100 compromisos cumplidos al inicio de la misma, según el presidente Andrés Manuel López Obrador, y "siete récords históricos" en materia económica enaltecidos a manera de cátedra a los tecnócratas.

"Tengan para que aprendan", dijo un López Obrador orgulloso de sus logros que, según deslizó, no le causarían cargo de conciencia alguno si dejara la Presidencia en este momento.

El primer récord económico que se arrogó el primer mandatario fue el de las remesas. El dinero enviado por nuestros paisanos en el extranjero, una amplia mayoría desde Estados Unidos, alcanzó una cifra de 4 mil 540 millones de dólares tan solo en julio, pero este flujo y monto, en términos reales, no puede atribuirse a una política del gobierno mexicano. El aumento de envíos de migrantes fue detonado por una reactivación temprana y ordenada de la economía estadounidense, en medio de la pandemia, y los estímulos económicos otorgados por el gobierno de Joe Biden. De hecho, desde marzo pasado, las remesas hilaron cinco meses consecutivos con montos superiores a los 4 mil millones de dólares.

El Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos también atribuye estas cifras a la recuperación rápida de empleos para migrantes y al nivel competitivo del dólar frente al peso mexicano.

Por ende, ningún factor endógeno en México incluido ese nivel histórico en remesas sin antecedente desde 1995.

Otro éxito económico destacado fue la no devaluación de la moneda mexicana que, efectivamente, se ha sostenido en el rango de los 20 pesos, aunque no se vislumbra una recuperación mayor, sobre todo, considerando el escenario incierto que prevalece a nivel mundial y la volatilidad de los precios del petróleo.

También se hizo gala del incremento al salario mínimo, sin mencionar el número de empleos perdidos desde marzo de 2020 en que comenzó la emergencia sanitaria por el Covid-19 y, por ende, lo innecesario que resulta una remuneración más alta para trabajadores sin trabajo.

En los hechos, el pasado tercer informe de gobierno de López Obrador fue un acto solemne con la misma tónica e información vertida diariamente en las conferencias mañaneras, cifras alegres y una retórica bien ensayada como estrategia de defensa ante evidencias de que los "otros datos" del presidente no coinciden con lo que siguen padeciendo millas de mexicanos.

Una postura de optimismo similar se asume en las apéndices de la 4T en los municipios. En Acapulco, sin embargo, no hay datos positivos que logren disfrazar el estado de abandono general en materia de servicios públicos, obras e infraestructura urbana, turismo, desarrollo social, saneamiento y finanzas municipales. En octubre próximo finalizará el primer gobierno de Morena que pasará a la historia reciente como uno de los más insípidos e improductivos, con casos de presunta corrupción abiertamente denunciados que habrían sido solapados por la primera autoridad. Las fallidas políticas públicas locales fueron tal que la alcaldesa Adela Román Ocampo no alcanzó los porcentajes de aprobación ciudadana necesarios para amalgamar su reelección.

Su herencia más notable serán obras inconclusas, como la del innecesario pasado elevado de avenida Constituyentes, y el colapso de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado del Municipio (CAPAMA) que derivó en descargas de aguas residuales continuas hacia la bahía, fugas innumerables en la zona turística y colonias populares, y un desabasto de agua sin precedente que imposibilitó medidas de limpieza preventivas ante el Covid-19 en los momentos más críticos de la emergencia sanitaria.

En la misma tesitura se despiden los diputados locales morenistas de la Legislatura recién concluida, cuya fracción se enfrascó de principio a fin en una pugna de poder en su interior que paralizó el análisis y aprobación de iniciativas torales.

En resumen, la 4T sólo ha logrado generar una percepción de bienestar social basada en sus programas asistenciales, pero no ha implantado un nuevo sistema de gobierno que redefina la conducción del país en materia económica y social.

A la mitad del camino, el tramo restante aún se advierte sombrío.

La Cuarta Transformación llegó a la mitad de este tramo sexenal con 98 de 100 compromisos cumplidos al inicio de la misma, según el presidente Andrés Manuel López Obrador, y "siete récords históricos" en materia económica enaltecidos a manera de cátedra a los tecnócratas.

"Tengan para que aprendan", dijo un López Obrador orgulloso de sus logros que, según deslizó, no le causarían cargo de conciencia alguno si dejara la Presidencia en este momento.

El primer récord económico que se arrogó el primer mandatario fue el de las remesas. El dinero enviado por nuestros paisanos en el extranjero, una amplia mayoría desde Estados Unidos, alcanzó una cifra de 4 mil 540 millones de dólares tan solo en julio, pero este flujo y monto, en términos reales, no puede atribuirse a una política del gobierno mexicano. El aumento de envíos de migrantes fue detonado por una reactivación temprana y ordenada de la economía estadounidense, en medio de la pandemia, y los estímulos económicos otorgados por el gobierno de Joe Biden. De hecho, desde marzo pasado, las remesas hilaron cinco meses consecutivos con montos superiores a los 4 mil millones de dólares.

El Centro de Estudios Monetarios Latinoamericanos también atribuye estas cifras a la recuperación rápida de empleos para migrantes y al nivel competitivo del dólar frente al peso mexicano.

Por ende, ningún factor endógeno en México incluido ese nivel histórico en remesas sin antecedente desde 1995.

Otro éxito económico destacado fue la no devaluación de la moneda mexicana que, efectivamente, se ha sostenido en el rango de los 20 pesos, aunque no se vislumbra una recuperación mayor, sobre todo, considerando el escenario incierto que prevalece a nivel mundial y la volatilidad de los precios del petróleo.

También se hizo gala del incremento al salario mínimo, sin mencionar el número de empleos perdidos desde marzo de 2020 en que comenzó la emergencia sanitaria por el Covid-19 y, por ende, lo innecesario que resulta una remuneración más alta para trabajadores sin trabajo.

En los hechos, el pasado tercer informe de gobierno de López Obrador fue un acto solemne con la misma tónica e información vertida diariamente en las conferencias mañaneras, cifras alegres y una retórica bien ensayada como estrategia de defensa ante evidencias de que los "otros datos" del presidente no coinciden con lo que siguen padeciendo millas de mexicanos.

Una postura de optimismo similar se asume en las apéndices de la 4T en los municipios. En Acapulco, sin embargo, no hay datos positivos que logren disfrazar el estado de abandono general en materia de servicios públicos, obras e infraestructura urbana, turismo, desarrollo social, saneamiento y finanzas municipales. En octubre próximo finalizará el primer gobierno de Morena que pasará a la historia reciente como uno de los más insípidos e improductivos, con casos de presunta corrupción abiertamente denunciados que habrían sido solapados por la primera autoridad. Las fallidas políticas públicas locales fueron tal que la alcaldesa Adela Román Ocampo no alcanzó los porcentajes de aprobación ciudadana necesarios para amalgamar su reelección.

Su herencia más notable serán obras inconclusas, como la del innecesario pasado elevado de avenida Constituyentes, y el colapso de la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado del Municipio (CAPAMA) que derivó en descargas de aguas residuales continuas hacia la bahía, fugas innumerables en la zona turística y colonias populares, y un desabasto de agua sin precedente que imposibilitó medidas de limpieza preventivas ante el Covid-19 en los momentos más críticos de la emergencia sanitaria.

En la misma tesitura se despiden los diputados locales morenistas de la Legislatura recién concluida, cuya fracción se enfrascó de principio a fin en una pugna de poder en su interior que paralizó el análisis y aprobación de iniciativas torales.

En resumen, la 4T sólo ha logrado generar una percepción de bienestar social basada en sus programas asistenciales, pero no ha implantado un nuevo sistema de gobierno que redefina la conducción del país en materia económica y social.

A la mitad del camino, el tramo restante aún se advierte sombrío.