Andrés Manuel López Obrador tiene un gran parecido con Carlos Salinas de Gortari, así como Claudia Sheinbaum lo tiene con Ernesto Zedillo.
Este preámbulo no solo es una expresión, sino que quienes hemos vivido la realidad del país, sin apasionamientos, observando y hasta viviendo los efectos de las decisiones presidenciales, sabemos que 1994 y 2024, tienen grandes semejanzas con particularidades cada cual por supuesto.
La violencia del país del 94 quedó marcado en dos homicidios de políticos Colosio y Ruíz Massieu; el del 24 está marcada por el gran número de homicidios 171 mil 085, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, y con esto está considerado como el más mortal en la historia del país.
En déficit presupuestal, para no ir tan atrás, López Obrador el déficit presupuestal que en este momento tiene el país es de 5.9%, considerado el más elevado de las últimas cuatro administraciones presidenciales; el de Enrique Peña Nieto fue de 4.54%
Con estos dos datos, el de la violencia y la economía, debemos preguntarnos: ¿Claudia Sheinbaum se atreverá a ser la ganadora de la elección, o será la Presidenta de México con todo lo que implica, tomar decisiones?.
Su homólogo, Ernesto Zedillo, visto más académico, más como profesor de aula que como político, se atrevió a tomar una decisión política y ante un país en crisis, con movimientos armados distintos a los que protegió el actual presidente de México, aquellos de lucha social, estos de lucha criminal, y ante un peso sin dominio, se atrevió a enfrentar la crisis económica que había heredado y enfrentar al país con la realidad y retomar un sistema económico para así recuperar las familias su poder adquisitivo.
Carlos Salinas llamó a esa acción de diciembre de 1994 “error de diciembre” y dejaba a la opinión pública la impresión de que se trataba de falta de poder para administrar al país y no a errores en su ejercicio de gobierno. También conocido como “efecto tequila”, esa acción tuvo a su vez repercusiones políticas que condujo a Salinas a una “huelga de hambre” y al distanciamiento no solo de la clase política, sino del país.
¿Será que la Presidenta Sheinbaum, a quien trae López Obrador como su empleada sin respeto a la investidura que ahora ostenta, coreándole su salida de sexenio, se atreva a reconocer la crisis que enfrenta México?
O tendrá razón Ernesto Zedillo cuando dice: “La doctora Sheinbaum tendrá que tomar una decisión muy importante. Ella tiene la opción de ser el rostro sin ningún poder del régimen de partido en una tiranía; o ella puede ser, y creo que tiene la capacidad y habrá, espero, que tenga la visión para ser presidenta de una República democrática, de un República progresista, una República en donde se construya y respete el Estado de Derecho. Lo veremos sí, lo veremos. ¿Surrealismo?