/ lunes 8 de julio de 2024

Surrealismo Político | Guerrero, violencia social


En Guerrero algo nos está pasando: Nueve cuerpos desmembrados en 24 horas, entre Acapulco y Chilpancingo y nadie ha salido a protestar. Nadie ha clamado, salvo familiares directos de afectados que en la etapa de búsqueda realizan bloqueos a arterias viales para pedir agilizar la búsqueda intentando, quizá, que sea antes de llegar a este momento de ser hallados en pedazos en bolsas de plástico negras.

Un grupo de mujeres salieron a pedir justicia por la joven estudiante del Colegio de Bachilleres plantel 1, acompañando a la mamá de Paulina. Pero hay que decirlo, salieron luego de que se escribiera sobre la ausencia de estos grupos o colectivas en estos hechos violentos que cobra la vida a hombres y mujeres.

Las fichas de desaparecidas y desaparecidos están ahí en forma de Alertas Violeta, Amber, Protocolo Alba y/o ¿has visto a…? y están a la espera de que la sociedad vuelva la mirada hacia la misma sociedad para identificar a estas personas, a no ser cómplices del silencio, por miedo tal vez ¿o indiferencia?, y omitan denunciar si en la zona donde viven haya características de tener retenidas a personas o ser casas de seguridad de sujetos que actúan fuera de la ley, incluso si en sus hogares existen personas violentadoras sociales.

Y la sociedad misma, ha dejado de sorprenderse y más aún, indignarse de que los espacios sean convertidos en tiraderos de cuerpos y que soliciten se atienda desde el fondo ese tipo de acciones que son lesiones humanas.

Me pregunto si en esta aparente indiferencia ha pesado la percepción de que actúan fuera de la ley, de que se trata de ajustes entre grupos delincuenciales, etcétera. y si esto deja de convertir a las víctimas en personas dignas de que sus vidas se preserven? ¿Dejan de ser seres humanos para someterlos a base de tortura, de mutilación?

¿En qué tipo de sociedad vivimos?, ¿qué tipo de sociedad constituimos que cerramos nuestra consciencia al dolor del prójimo?

¿O estamos sometidos por miedo?

El Guerrero que se indignó ante la primera cabeza desmembrada de su cuerpo, tras un hecho violento en Acapulco entre policías y civiles armados… existe aún?

La violencia social tiene un exceso de crueldad en la fuerza y el poder con que se ejerce. Esta violencia está sometiendo a la sociedad completa, está adormeciendo sus sentidos de alerta, como también sus sentidos de protesta, la están alejando de los espacios de paz, de los pensamientos colectivos de progreso para hacerlos individualistas y separatistas.

Existe un claro desequilibrio de poderes en la sociedad que deja pasar la violencia como un asunto fuera de su contexto, aunque los nombres estén cerca de alguien conocido, por lo tanto, cerca de nuestros círculos de amistad y eso es riesgoso también.

En esta violencia social encontramos la falta de respeto a la dignidad humana, el trato respetuoso a su integridad física, el de la supremacía de poder a costa de infringir dolor, del uso del miedo para prevaler la inequidad en los derechos de otras y otros, desvirtuar los valores. Pero, en Guerrero, ¿qué requerimos para tener la certeza de que se actúa en prevenir el delito, si los cuerpos están ahí de manera constante, mutilados? Que la sociedad haga eco de llamados a la paz, ausentes aún, pero es tiempo de construirlos o, es un ¿Surrealismo?


En Guerrero algo nos está pasando: Nueve cuerpos desmembrados en 24 horas, entre Acapulco y Chilpancingo y nadie ha salido a protestar. Nadie ha clamado, salvo familiares directos de afectados que en la etapa de búsqueda realizan bloqueos a arterias viales para pedir agilizar la búsqueda intentando, quizá, que sea antes de llegar a este momento de ser hallados en pedazos en bolsas de plástico negras.

Un grupo de mujeres salieron a pedir justicia por la joven estudiante del Colegio de Bachilleres plantel 1, acompañando a la mamá de Paulina. Pero hay que decirlo, salieron luego de que se escribiera sobre la ausencia de estos grupos o colectivas en estos hechos violentos que cobra la vida a hombres y mujeres.

Las fichas de desaparecidas y desaparecidos están ahí en forma de Alertas Violeta, Amber, Protocolo Alba y/o ¿has visto a…? y están a la espera de que la sociedad vuelva la mirada hacia la misma sociedad para identificar a estas personas, a no ser cómplices del silencio, por miedo tal vez ¿o indiferencia?, y omitan denunciar si en la zona donde viven haya características de tener retenidas a personas o ser casas de seguridad de sujetos que actúan fuera de la ley, incluso si en sus hogares existen personas violentadoras sociales.

Y la sociedad misma, ha dejado de sorprenderse y más aún, indignarse de que los espacios sean convertidos en tiraderos de cuerpos y que soliciten se atienda desde el fondo ese tipo de acciones que son lesiones humanas.

Me pregunto si en esta aparente indiferencia ha pesado la percepción de que actúan fuera de la ley, de que se trata de ajustes entre grupos delincuenciales, etcétera. y si esto deja de convertir a las víctimas en personas dignas de que sus vidas se preserven? ¿Dejan de ser seres humanos para someterlos a base de tortura, de mutilación?

¿En qué tipo de sociedad vivimos?, ¿qué tipo de sociedad constituimos que cerramos nuestra consciencia al dolor del prójimo?

¿O estamos sometidos por miedo?

El Guerrero que se indignó ante la primera cabeza desmembrada de su cuerpo, tras un hecho violento en Acapulco entre policías y civiles armados… existe aún?

La violencia social tiene un exceso de crueldad en la fuerza y el poder con que se ejerce. Esta violencia está sometiendo a la sociedad completa, está adormeciendo sus sentidos de alerta, como también sus sentidos de protesta, la están alejando de los espacios de paz, de los pensamientos colectivos de progreso para hacerlos individualistas y separatistas.

Existe un claro desequilibrio de poderes en la sociedad que deja pasar la violencia como un asunto fuera de su contexto, aunque los nombres estén cerca de alguien conocido, por lo tanto, cerca de nuestros círculos de amistad y eso es riesgoso también.

En esta violencia social encontramos la falta de respeto a la dignidad humana, el trato respetuoso a su integridad física, el de la supremacía de poder a costa de infringir dolor, del uso del miedo para prevaler la inequidad en los derechos de otras y otros, desvirtuar los valores. Pero, en Guerrero, ¿qué requerimos para tener la certeza de que se actúa en prevenir el delito, si los cuerpos están ahí de manera constante, mutilados? Que la sociedad haga eco de llamados a la paz, ausentes aún, pero es tiempo de construirlos o, es un ¿Surrealismo?