/ lunes 4 de noviembre de 2024

Surrealismo Político / Dimisión y ¡fuera!

La reina, el rey y el Presidente Español, recibieron en la cara no solo el lodo de la ira, también las palabras de Dimisión y Fuera, con la que sintetizaban su sentir luego de que llegaron seis días después de la emergencia a visitar la llamada “zona cero”.

En octubre de 2023, el entonces presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, que conoce bien el sentir de la población -porque todavía, dicen, sigue mandando- prefirió atascarse en el lodo antes de que ese lodo le llegara al rostro y “manchara la investidura presidencial”, dijo sobre su ausencia en la zona de emergencia por Otis en Acapulco.

AMLO prefirió, cuando así lo quiso hacer, llegar al bunker de la Zona Naval acapulqueña y desde ahí decir que estaba al tanto de lo que ocurría en el estado de Guerrero en las zonas afectadas por el huracán Otis, sabía que el pueblo sabio estaba enojado y que, según su propio pulso, debía dispersar recursos económicos para recuperar su imagen y su amor.

En Valencia, España, fue la ciudadanía, como aquí en México, la que primero se tendió la mano para ayudarse y después llegaron sus autoridades.

España tiene una política avanzada. Tanto que allá van a formarse mexicanas y mexicanos a los que después entregan premios en el país, por dotarlos de las herramientas académicas con las que sustentarán a nuevas generaciones de mexicanas y mexicanos. A pesar de tener una monarquía, que surrealistamente es bien reconocida, cuentan con un gobierno que hasta esta emergencia, parecía marchar bien.

Solo que, a las tres figuras relevantes del poder español, el rey Felipe VI, la reina Leticia y el Presidente Pedro Sánchez, tardaron en llegar físicamente a acompañar a sus súbditos cuya emergencia era conocida por el mundo entero.

Pero la respuesta del presidente español fue tan surrealista como incomprensible para él mismo el efecto lodo, grito “no pidieron ayuda”, dijo, y quizá era una forma de esquivar el lodo que ya le había manchado el traje y le había llegado a la cara a la reina.

La reacción de ira del pueblo, que en México esquivó AMLO, no fue comprendida en su cabalidad por la monarquía ni el avanzado gobierno español; aquí en México, López Obrador con su habilidad para manipular escenarios, no fue visto con lodo en la cara, aunque si atascado en su propia labia la que gusta tanto a aplaudidores a ultranza, mientras el gobierno español y la monarquía fueron también insultados.

Los gritos de “asesinos”, “fuera”, “dimisión”, solo nos dan el tamaño del cansancio, del hartazgo de una sociedad que no quiere más gobiernos simuladores, no quiere más improvisación en el poder, no quiere más ser usados con fines electorales y abandonados cuando una emergencia se presenta.

La ciudadanía dio, a su vez, muestra de que representa una gran fuerza que se suma con humanismo, con solidaridad para tender la mano. Es una respuesta que parece responder a un protocolo marcado en el ADN social y que permite a quienes sufran una tragedia, recibir no solo una presencia que les ayude a levantarse de esa emergencia, sino el acompañamiento necesario e importante para volver a ponerse de pie.

AMLO se fue sin una gota de lodo en la cara, todavía se dio el lujo de posar con zapatos prestados sobre un horizonte para perfilar que estaba lejos de los gritos, porque él mismo era quien alentaba esas reacciones y sabía que acercarse a ese lindero era acercarse a la ira social que el mide en votos.

En España, el rey, la reina y el presidente español recibieron una lección que debe convertirse en cátedra para que las nuevas generaciones del mundo que se acerquen a estudiar esos fenómenos, encuentren que la sociedad está harta de la simulación.

Habrá que reconocer que el rey aguantó y entendió la indignación social y que la reina, con todo y lodo, abrazara la emergencia, fueron gestos bien vistos. Aquí las imágenes de AMLO, las pocas que se tienen de lo que llamó visitas a Guerrero, está en una zona de confort en la Base Naval de Acapulco y luego el seguimiento en Palacio Nacional. Y luego dicen que no son iguales. ¿Surrealismo?

La reina, el rey y el Presidente Español, recibieron en la cara no solo el lodo de la ira, también las palabras de Dimisión y Fuera, con la que sintetizaban su sentir luego de que llegaron seis días después de la emergencia a visitar la llamada “zona cero”.

En octubre de 2023, el entonces presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, que conoce bien el sentir de la población -porque todavía, dicen, sigue mandando- prefirió atascarse en el lodo antes de que ese lodo le llegara al rostro y “manchara la investidura presidencial”, dijo sobre su ausencia en la zona de emergencia por Otis en Acapulco.

AMLO prefirió, cuando así lo quiso hacer, llegar al bunker de la Zona Naval acapulqueña y desde ahí decir que estaba al tanto de lo que ocurría en el estado de Guerrero en las zonas afectadas por el huracán Otis, sabía que el pueblo sabio estaba enojado y que, según su propio pulso, debía dispersar recursos económicos para recuperar su imagen y su amor.

En Valencia, España, fue la ciudadanía, como aquí en México, la que primero se tendió la mano para ayudarse y después llegaron sus autoridades.

España tiene una política avanzada. Tanto que allá van a formarse mexicanas y mexicanos a los que después entregan premios en el país, por dotarlos de las herramientas académicas con las que sustentarán a nuevas generaciones de mexicanas y mexicanos. A pesar de tener una monarquía, que surrealistamente es bien reconocida, cuentan con un gobierno que hasta esta emergencia, parecía marchar bien.

Solo que, a las tres figuras relevantes del poder español, el rey Felipe VI, la reina Leticia y el Presidente Pedro Sánchez, tardaron en llegar físicamente a acompañar a sus súbditos cuya emergencia era conocida por el mundo entero.

Pero la respuesta del presidente español fue tan surrealista como incomprensible para él mismo el efecto lodo, grito “no pidieron ayuda”, dijo, y quizá era una forma de esquivar el lodo que ya le había manchado el traje y le había llegado a la cara a la reina.

La reacción de ira del pueblo, que en México esquivó AMLO, no fue comprendida en su cabalidad por la monarquía ni el avanzado gobierno español; aquí en México, López Obrador con su habilidad para manipular escenarios, no fue visto con lodo en la cara, aunque si atascado en su propia labia la que gusta tanto a aplaudidores a ultranza, mientras el gobierno español y la monarquía fueron también insultados.

Los gritos de “asesinos”, “fuera”, “dimisión”, solo nos dan el tamaño del cansancio, del hartazgo de una sociedad que no quiere más gobiernos simuladores, no quiere más improvisación en el poder, no quiere más ser usados con fines electorales y abandonados cuando una emergencia se presenta.

La ciudadanía dio, a su vez, muestra de que representa una gran fuerza que se suma con humanismo, con solidaridad para tender la mano. Es una respuesta que parece responder a un protocolo marcado en el ADN social y que permite a quienes sufran una tragedia, recibir no solo una presencia que les ayude a levantarse de esa emergencia, sino el acompañamiento necesario e importante para volver a ponerse de pie.

AMLO se fue sin una gota de lodo en la cara, todavía se dio el lujo de posar con zapatos prestados sobre un horizonte para perfilar que estaba lejos de los gritos, porque él mismo era quien alentaba esas reacciones y sabía que acercarse a ese lindero era acercarse a la ira social que el mide en votos.

En España, el rey, la reina y el presidente español recibieron una lección que debe convertirse en cátedra para que las nuevas generaciones del mundo que se acerquen a estudiar esos fenómenos, encuentren que la sociedad está harta de la simulación.

Habrá que reconocer que el rey aguantó y entendió la indignación social y que la reina, con todo y lodo, abrazara la emergencia, fueron gestos bien vistos. Aquí las imágenes de AMLO, las pocas que se tienen de lo que llamó visitas a Guerrero, está en una zona de confort en la Base Naval de Acapulco y luego el seguimiento en Palacio Nacional. Y luego dicen que no son iguales. ¿Surrealismo?