/ viernes 25 de octubre de 2024

Realpolitik / Un año de Otis y el costo de la vida en Acapulco

A un año de que el huracán Otis causara daños devastadores en Acapulco y en fechas recientes el huracán John hiciera lo mismo, el costo de la vida se ha incrementado a niveles dramáticos para los residentes de la ciudad, quienes tienen que pagar el doble por cada uno de los servicios que requieren para vivir y laborar. Comprar agua para actividades domésticas, traslado para el trabajo, entre otras cosas forman parte de las afectaciones que dejaron los fenómenos meteorológicos, pero también por la ineficiencia de las autoridades de los tres niveles de gobierno.

A los daños que ocasionó el huracán Otis en el 2023, a las calles y avenidas, además de la natural baja de vehículos de transporte público, se sumaron los bloqueos de protesta por quienes no fueron censados, a la reducción de carriles en las avenidas que ocasionaron quienes si fueron censados y hacían filas para cobrar, a los retenes de la Guardia Nacional con la idea de conservar el orden y brindar seguridad, la ciudad de Acapulco se convirtió en un lugar con muchos embudos.

Estos cierres y disminución de tres carriles a uno solo, causan los embotellamientos que a la fecha alargan los tiempos de traslado de una hora a una hora y media, ya dentro del transporte; que se suman a los minutos u horas de espera a que pase el transporte que nos llevará al lugar de destino. Este tiempo de traslado, incrementa los precios de transporte porque los conductores del servicio cobran la gasolina a los usuarios, porque aumenta el consumo de combustible. Aunado a ello, los transportistas no cumplen con el servicio completo, por lo cual los pasajeros se quejan en las redes sociales de que a pesar del costo del pasaje no los llevan hasta su destino y tienen que pagar transbordo o caminar para llegar a sus viviendas.

En otro aspecto, desde antes de John muchas colonias ya no tenían servicio de agua potable, y el huracán de septiembre por razones obvias agravó el problema; sin embargo el servicio básico que debe brindar el Ayuntamiento no ha sido reestablecido. La falta de agua en los hogares también afecta a la economía de los hogares, porque tienen que comprar el líquido, ya sea en tinacos o pipas, lo cual debido a la demanda también incrementan su precio. Pero las familias no sólo necesitan agua para el baño, además tienen que pagar por el lavado de la ropa, ya sea en lavanderías o en tintorerías. Aunque sea una costumbre lograda a través del tiempo, el uso de agua en garrafón para consumo humano comprada en purificadoras, se vuelve otro gasto familiar.

El costo del agua se duplica para quienes pagan a la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado de Acapulco (CAPAMA), y además compran el líquido porque no reciben de la dependencia municipal, un servicio por el cual solventan, ya sea anual o mensualmente.

A estos incrementos del costo de la vida de vivir en Acapulco se le suma otro problema, que es el de la falta de empleos, o bien empleos precarizados en el que las personas no tienen ingresos para una vida digna. En la ciudad, que en alguna ocasión fue el gran polo de desarrollo, gracias al turismo y empleo que generaba, ha venido decayendo luego del huracán Otis, porque los hoteles y restaurantes han tenido que reconstruirse lentamente, y de los pocos que lograron avances han tenido problemas por la inseguridad y las extorsiones de las cuales son objetos, so pena de que sean incendiados o bien porque el huracán John vino a dañar de nuevo lo que con trabajos habían levantado nuevamente.

Las fuentes de trabajo que había en la ciudad que no pudieron recuperarse tras Otis y decidieron no reconstruir, además de la faltas de apoyo financiero de quienes decidieron levantarse y continuar han hecho muy lenta la recuperación económica.

A pesar de que la respuesta del gobierno federal sea la de repartir dinero para los afectados por los fenómenos meteorológicos, sin ninguna política de reubicación de sus viviendas, como si ocurrió después del huracán Paulina en 1997, en donde los damnificados fueron reubicados en las zonas de vivienda construidas por el gobierno en Las Casitas y la Ciudad Placido Domingo. En esta ocasión se les entrega dinero para que reconstruyan y sigan viviendo en las mismas zonas de riesgo que ya fueron afectadas.

La solución que se está dando en Acapulco con respecto a las fenómenos naturales es temporal y se convertirá en cíclica, porque los afectados continuarán en los mismos lugares. Y los costos de los servicios se volverán a incrementar haciendo más cara la vida en Acapulco.

A un año de que el huracán Otis causara daños devastadores en Acapulco y en fechas recientes el huracán John hiciera lo mismo, el costo de la vida se ha incrementado a niveles dramáticos para los residentes de la ciudad, quienes tienen que pagar el doble por cada uno de los servicios que requieren para vivir y laborar. Comprar agua para actividades domésticas, traslado para el trabajo, entre otras cosas forman parte de las afectaciones que dejaron los fenómenos meteorológicos, pero también por la ineficiencia de las autoridades de los tres niveles de gobierno.

A los daños que ocasionó el huracán Otis en el 2023, a las calles y avenidas, además de la natural baja de vehículos de transporte público, se sumaron los bloqueos de protesta por quienes no fueron censados, a la reducción de carriles en las avenidas que ocasionaron quienes si fueron censados y hacían filas para cobrar, a los retenes de la Guardia Nacional con la idea de conservar el orden y brindar seguridad, la ciudad de Acapulco se convirtió en un lugar con muchos embudos.

Estos cierres y disminución de tres carriles a uno solo, causan los embotellamientos que a la fecha alargan los tiempos de traslado de una hora a una hora y media, ya dentro del transporte; que se suman a los minutos u horas de espera a que pase el transporte que nos llevará al lugar de destino. Este tiempo de traslado, incrementa los precios de transporte porque los conductores del servicio cobran la gasolina a los usuarios, porque aumenta el consumo de combustible. Aunado a ello, los transportistas no cumplen con el servicio completo, por lo cual los pasajeros se quejan en las redes sociales de que a pesar del costo del pasaje no los llevan hasta su destino y tienen que pagar transbordo o caminar para llegar a sus viviendas.

En otro aspecto, desde antes de John muchas colonias ya no tenían servicio de agua potable, y el huracán de septiembre por razones obvias agravó el problema; sin embargo el servicio básico que debe brindar el Ayuntamiento no ha sido reestablecido. La falta de agua en los hogares también afecta a la economía de los hogares, porque tienen que comprar el líquido, ya sea en tinacos o pipas, lo cual debido a la demanda también incrementan su precio. Pero las familias no sólo necesitan agua para el baño, además tienen que pagar por el lavado de la ropa, ya sea en lavanderías o en tintorerías. Aunque sea una costumbre lograda a través del tiempo, el uso de agua en garrafón para consumo humano comprada en purificadoras, se vuelve otro gasto familiar.

El costo del agua se duplica para quienes pagan a la Comisión de Agua Potable y Alcantarillado de Acapulco (CAPAMA), y además compran el líquido porque no reciben de la dependencia municipal, un servicio por el cual solventan, ya sea anual o mensualmente.

A estos incrementos del costo de la vida de vivir en Acapulco se le suma otro problema, que es el de la falta de empleos, o bien empleos precarizados en el que las personas no tienen ingresos para una vida digna. En la ciudad, que en alguna ocasión fue el gran polo de desarrollo, gracias al turismo y empleo que generaba, ha venido decayendo luego del huracán Otis, porque los hoteles y restaurantes han tenido que reconstruirse lentamente, y de los pocos que lograron avances han tenido problemas por la inseguridad y las extorsiones de las cuales son objetos, so pena de que sean incendiados o bien porque el huracán John vino a dañar de nuevo lo que con trabajos habían levantado nuevamente.

Las fuentes de trabajo que había en la ciudad que no pudieron recuperarse tras Otis y decidieron no reconstruir, además de la faltas de apoyo financiero de quienes decidieron levantarse y continuar han hecho muy lenta la recuperación económica.

A pesar de que la respuesta del gobierno federal sea la de repartir dinero para los afectados por los fenómenos meteorológicos, sin ninguna política de reubicación de sus viviendas, como si ocurrió después del huracán Paulina en 1997, en donde los damnificados fueron reubicados en las zonas de vivienda construidas por el gobierno en Las Casitas y la Ciudad Placido Domingo. En esta ocasión se les entrega dinero para que reconstruyan y sigan viviendo en las mismas zonas de riesgo que ya fueron afectadas.

La solución que se está dando en Acapulco con respecto a las fenómenos naturales es temporal y se convertirá en cíclica, porque los afectados continuarán en los mismos lugares. Y los costos de los servicios se volverán a incrementar haciendo más cara la vida en Acapulco.