Este primero de octubre se llevó a cabo un ritual más al que sólo se le cambió la fecha, se realizó la toma de protesta de la persona titular del Poder Ejecutivo de México, y con ello se da continuidad a una emoción que desde que nacemos y hasta que fallecemos es continúa: La renovación de la esperanza. La esperanza de que las cosas cambien para mejorar el país, que sea superada la pobreza, que disminuya la violencia y la inseguridad, que mejoren los servicios de salud, de educación, que incremente el empleo; en fin, una serie de asuntos que les preocupa a muchos aunque no estén en la agenda pública de los gobernantes.
Desde hace 24 años, que se logró la primera alternancia en México, entendida esta como la sustitución de un gobernante de un partido por otra organización política, en ese caso del PRI por el PAN que gobernó 12 años, seis del retorno del PRI, y los doce años que comienzan con Morena, en su segundo periodo gubernamental. Muchas cosas han cambiado en México para que todo siga igual, como reza la legendaria frase de la novela “El Gatopardo” de Giuseppe Tomasi de Lampedusa, en la que se narra como el movimiento revolucionario italiano encabezado por José Garibaldi llegaba a asumir el poder sustituyendo a la monarquía del príncipe Víctor Manuel II, sin embargo, lo que ocurrió fue una alianza entre el viejo régimen monárquico y el nuevo de los revolucionarios.
Así en México entre los que llegan hay herederos del régimen autoritario priista, como panistas y la izquierda radical y la moderada. Mucho ha cambiado en México y todo continúa igual. En una rápida revisión de los apellidos, está Manuel Barttlet, quien fuera secretario de Gobernación y titular del organismo electoral en las elecciones presidenciales de 1988, y que desde antes ha ocupado cargos de primerísimo nivel. Layda Sansores, hija de quien fuera como ella, gobernador de Campeche, Carlos Sansores Pérez. Por último, Omar García Harfuch, nieto de Marcelino García Barragán, que también fuera gobernador de Jalisco y secretario de la Defensa Nacional durante los hechos del 2 de octubre del 68; el padre de Omar García fue Javier García Paniagua, que fuera titular de la Dirección Federal de Seguridad, de tristes recuerdos para la izquierda mexicana de los 70.
Otra constante en los cambios de gobierno sexenales es la corrupción expresada en desvío de recursos, asignaciones directas de contratos millonarios de bienes, servicios y productos, que además de los conocidos en el mismo periodo se dan a conocer otros luego de la retirada de protección a la casta gobernante. De la revelación de esos hechos son responsables algunos miembros del gobierno que no pudieron participar ni beneficiarse, por lo cual comienzan a filtrar la información de los tratos entre particulares y la familia gobernante.
La protección a la familia gobernante y a sus asociados se da gracias al gran aparato de propaganda que se paga con recursos públicos, y que de manera novedosa se da a través de blogueros que se encargan de hacer el linchamiento público de quienes osan dar a conocer los hechos de corrupción; sin embargo, los caudales que se destinan a esa defensa se acaban al acabar un gobierno y se destinan para los nuevos integrantes del Poder.
Esa ha sido la tónica en los últimos 24 años de cambios y alternancias en el poder, la misma que ocurrió durante los 70 años del PRI- Gobierno, cuya cultura de comportamiento permeó en los nuevos actores políticos y los patrones se repiten para que todo continúe igual, así como la esperanza de que todo va a ser mejorar en este gobierno.