Es un hecho inobjetable que los impactos del cambio climático en el mundo son fehacientes, tangibles, crecientes y preocupantes, pues a pesar del riesgo inminente que representan de forma irreparable ciertas actividades en contra de la naturaleza, nos encontramos ante un ramo poco atendido desde la perspectiva de la políticas públicas.
Muestra de lo anterior es que en el Plan Nacional de Desarrollo de la actual administración pública federal, no se hace mención alguna a la atención del medio ambiente, solamente se enuncia una referencia dentro del Tren Maya, lo cual es un hecho inconcebible al dejar al descubierto el poco interés que se tiene del ramo.
Dentro de los principales desafíos que se viven en materia ambiental aparecen los incendios forestales, con efectos devastadores y mayor presencia entre los meses de febrero y mayo de cada año, acabando con miles de hectáreas del territorio nacional. Lo más preocupante es que este tipo de sucesos nocivos erróneamente suele “normalizarse”.
Los datos son críticos,en 2021 México enfrentó los peores incendios de la década, de acuerdo con el Reporte Semanal de Incendios de la Comisión Nacional Forestal (Conafor), con más de 4 mil incendios forestales en 29 entidades federativas, afectando una superficie de más de 130 mil hectáreas de territorio. Las entidades federativas con mayor superficie afectada han sido: Nuevo León, Oaxaca, Estado de México, Chihuahua, Coahuila, Guerrero, Chiapas, Durango, Michoacán, Puebla y Baja California.
Evidentemente esta tendencia se ha agravado en los últimos años, debido al cambio climático global, y en México es aún más grave el problema. La falta de atención, el desmantelamiento de las instituciones y la poca sensibilidad con el tema han ocasionado que la situación sea tan complicada.
Al respecto a la Conafor desde el año 2012 se le han reducido casi a la mitad sus recursos económicos. Además, desde el año 2019 la cancelación del Programa de Empleo Temporal ha complicado financiar brigadas para la realización de trabajos preventivos y atención a incendios, sin perder de vista la eliminación del Fondo de Desastres Naturales (Fonden), desde el cual se financiaba el combate a los incendios forestales.
Cabe mencionar que los efectos de los incendios forestales no recaen exclusivamente en la naturaleza, pues también generan pérdidas económicas y afectaciones a la salud de las personas, sin mencionar la enorme cantidad de vidas humanas y animales que cobran. Es así que la política del gobierno federal en materia forestal y control de incendios está en el completo abandono.
Por estas razones es apremiante poner en marcha una serie de modificaciones al andamiaje normativo e institucional a efecto de brindar las mejores herramientas para combatir los incendios forestales. Parte fundamental de este planteamiento sería establecer que el presupuesto asignado a la Conafor nunca podrá ser menor al del ejercicio anterior.
Hoy más que nunca el medio ambiente requiere de respuestas claras, progresistas y asertivas que revitalicen los pulmones con los que cuenta nuestro país, pues no solo se trata de sembrar árboles, sino que la verdadera congruencia y compromiso radique en primera instancia en cuidar todos los que posee nuestro territorio nacional.