/ viernes 13 de septiembre de 2024

Ominosa realidad

La reforma constitucional que destruye y desbasta al poder judicial traerá múltiples problemas, empezando por el método de selección de jueces, magistrados y ministros. Los postulados serán aquellos que militen o sean simpatizantes del partido hegemónico. Serán personas como lo ha manifestado el presidente López con “90 por ciento de lealtad y 10 por ciento de capacidad”. Es desquiciante, porque se aniquila, se extingue la carrera judicial, en la que a través de méritos, exámenes, cursos de capacitación, un oficial judicial puede ser secretario, luego juez, luego magistrado y ministro. Todo este sistema queda abrogado por el capricho, el rencor, la venganza y el delirio de un solo hombre, cuya orden y consigna fue obedecida abyectamente por diputados y senadores de MORENA, PT, PVEM y uno del PAN y otro de MC. Quiero dejar a su reflexión, estimado lector, ¿Cómo es que a través del sufragio universal se garantiza la honradez, honestidad y probidad de una persona? Además, ¿los electores conocerán a todos los candidatos, uno por uno? Continúo, ¿los sufragantes tienen el conocimiento y el saber sobre las capacidades, experiencia, pericia de quienes serán candidatos a jueces, magistrados y ministros? Pero, algo más, ¿al estar en una boleta electoral, ¿qué tipo de campaña harán? Es otras palabras, ¿qué ofrecerán? Ni modo que ofrezcan impunidad o benevolencia para quien vote por él o ella. Un juez, magistrado o ministro no está para “caerle bien” a nadie. En una democracia los integrantes de los poderes legislativo y ejecutivo se eligen por el voto de sus conciudadanos; pero no en el poder judicial, en donde se requiere no a quien sea carismático o popular, sino quien tenga y demuestre las capacidades para impartir justicia. La mal llamada reforma judicial para nada resuelve los problemas que la exposición de motivos expresa. Ni uno solo. Al contrario, los agrava. No se toca la procuración de justicia -que es la otra columna del sistema judicial- como el ministerio público, las fiscalías, el sistema penitenciario y, mucho menos la reforma integral de los diferentes códigos: civil, penal, mercantil, entre otros. Nada de lo anterior. Solamente era el ánimo por destruir, extinguir al poder judicial y sus actuales integrantes, porque le molestó al autócrata que jueces, magistrados y ministros defendieran la Constitución y las garantías y derechos de las personas. Lo que más tristeza me da, es que a la gran mayoría de las personas esto no les importa, ni saben ni quieren saber. Leía una nota periodística en la que informaba que más de 30 millones de personas ven o vieron un programa televisivo, “La casa de los famosos”. Ese es el nivel de ignorancia, de indolencia, de inconsciencia de esta sociedad. Este es el país de los menores de edad o de los inimputables o de los zombies o del ”me vale madre”.

La reforma constitucional que destruye y desbasta al poder judicial traerá múltiples problemas, empezando por el método de selección de jueces, magistrados y ministros. Los postulados serán aquellos que militen o sean simpatizantes del partido hegemónico. Serán personas como lo ha manifestado el presidente López con “90 por ciento de lealtad y 10 por ciento de capacidad”. Es desquiciante, porque se aniquila, se extingue la carrera judicial, en la que a través de méritos, exámenes, cursos de capacitación, un oficial judicial puede ser secretario, luego juez, luego magistrado y ministro. Todo este sistema queda abrogado por el capricho, el rencor, la venganza y el delirio de un solo hombre, cuya orden y consigna fue obedecida abyectamente por diputados y senadores de MORENA, PT, PVEM y uno del PAN y otro de MC. Quiero dejar a su reflexión, estimado lector, ¿Cómo es que a través del sufragio universal se garantiza la honradez, honestidad y probidad de una persona? Además, ¿los electores conocerán a todos los candidatos, uno por uno? Continúo, ¿los sufragantes tienen el conocimiento y el saber sobre las capacidades, experiencia, pericia de quienes serán candidatos a jueces, magistrados y ministros? Pero, algo más, ¿al estar en una boleta electoral, ¿qué tipo de campaña harán? Es otras palabras, ¿qué ofrecerán? Ni modo que ofrezcan impunidad o benevolencia para quien vote por él o ella. Un juez, magistrado o ministro no está para “caerle bien” a nadie. En una democracia los integrantes de los poderes legislativo y ejecutivo se eligen por el voto de sus conciudadanos; pero no en el poder judicial, en donde se requiere no a quien sea carismático o popular, sino quien tenga y demuestre las capacidades para impartir justicia. La mal llamada reforma judicial para nada resuelve los problemas que la exposición de motivos expresa. Ni uno solo. Al contrario, los agrava. No se toca la procuración de justicia -que es la otra columna del sistema judicial- como el ministerio público, las fiscalías, el sistema penitenciario y, mucho menos la reforma integral de los diferentes códigos: civil, penal, mercantil, entre otros. Nada de lo anterior. Solamente era el ánimo por destruir, extinguir al poder judicial y sus actuales integrantes, porque le molestó al autócrata que jueces, magistrados y ministros defendieran la Constitución y las garantías y derechos de las personas. Lo que más tristeza me da, es que a la gran mayoría de las personas esto no les importa, ni saben ni quieren saber. Leía una nota periodística en la que informaba que más de 30 millones de personas ven o vieron un programa televisivo, “La casa de los famosos”. Ese es el nivel de ignorancia, de indolencia, de inconsciencia de esta sociedad. Este es el país de los menores de edad o de los inimputables o de los zombies o del ”me vale madre”.