/ miércoles 10 de julio de 2024

Médula | Seguridad, sentimiento e inteligencia

Omar García Harfuch dijo dos cosas muy claras e importantes en las primeras entrevistas que concedió tras darse a conocer que será secretario de Seguridad Pública del país la semana pasada.

La primera es que los ciudadanos no desean saber de cifras a la baja o al alza, lo que quieren es que los delitos no se cometan cerca de sus casas o sus familias; y la segunda que es necesario el empleo de la inteligencia para hacer frente a la delincuencia.

El fin de semana, nada más en Acapulco hubo 11 “homicidios calificados”, según el lenguaje técnico, o mejor dicho 11 ejecuciones brutales como se le llama con todas sus letras a matar personas, desmembrarlas y dejar sus restos embolsados o encajuelados en calles y estacionamientos de centros comerciales.

Es justo el tipo de delitos que los ciudadanos, como bien dijo García Harfuch, no quieren ver cerca de sus casas y sus familias… ni de sus colonias, barrios, poblados o ciudades, estén o no en los primeros o últimos lugares de tal o cual listado.

Y es justo. La seguridad es el principal motivo por el que el ser humano formó comunidades, y por la cual finalmente fue creado el Estado al que el ciudadano paga impuestos, a cambio, entre otras cosas, de proveerle seguridad. Para ello el Estado tiene (o debe tener) el monopolio de las armas y del uso de la fuerza, así como el control del territorio.

Seguridad es lo mínimo que merecen los ciudadanos por parte de los tres órdenes de gobierno, cuyos titulares y funcionarios de todos los niveles cobran sus salarios del dinero que la gente tributa, y que durante largas y sangrientas décadas en las que han gobernado el PAN, el PRI y Morena, ha ido convirtiéndose en un poder simbólico, porque el de facto, son las organizaciones criminales, a las que por miedo nadie ve, precisamente por su brutal manera de mostrarnos que ahí están.

Ahí es donde entra la segunda cosa importante propuesta por Harfuch, el uso de las labores de inteligencia.

Para darnos una idea de lo importante que es, ayer la Secretaría de Seguridad Pública del gobierno de Evelyn Salgado Pineda en Guerrero informó la detención de 16 generadores de la violencia que se vive todos los días en Acapulco, derivado de acciones coordinadas de inteligencia del Ejército, la Fiscalía y la propia Secretaría.

Se espera que con Omar García Harfuch al frente de la seguridad pública las labores de inteligencia en la política anticrimen se fortalezcan, y que tal vez, como lo hizo en la Ciudad de México las policías locales reciban la facultad de investigar delitos.

Coincido con él. Lo importante no deben ser las cifras, si no que los ciudadanos puedan salir a la calle sabiendo que ellos y sus familias volverán a sus hogares sin ser víctimas de la violencia, y de ningún otro delito. Ojalá se logre. ¿Es mucho pedir a cambio de mis impuestos?

Omar García Harfuch dijo dos cosas muy claras e importantes en las primeras entrevistas que concedió tras darse a conocer que será secretario de Seguridad Pública del país la semana pasada.

La primera es que los ciudadanos no desean saber de cifras a la baja o al alza, lo que quieren es que los delitos no se cometan cerca de sus casas o sus familias; y la segunda que es necesario el empleo de la inteligencia para hacer frente a la delincuencia.

El fin de semana, nada más en Acapulco hubo 11 “homicidios calificados”, según el lenguaje técnico, o mejor dicho 11 ejecuciones brutales como se le llama con todas sus letras a matar personas, desmembrarlas y dejar sus restos embolsados o encajuelados en calles y estacionamientos de centros comerciales.

Es justo el tipo de delitos que los ciudadanos, como bien dijo García Harfuch, no quieren ver cerca de sus casas y sus familias… ni de sus colonias, barrios, poblados o ciudades, estén o no en los primeros o últimos lugares de tal o cual listado.

Y es justo. La seguridad es el principal motivo por el que el ser humano formó comunidades, y por la cual finalmente fue creado el Estado al que el ciudadano paga impuestos, a cambio, entre otras cosas, de proveerle seguridad. Para ello el Estado tiene (o debe tener) el monopolio de las armas y del uso de la fuerza, así como el control del territorio.

Seguridad es lo mínimo que merecen los ciudadanos por parte de los tres órdenes de gobierno, cuyos titulares y funcionarios de todos los niveles cobran sus salarios del dinero que la gente tributa, y que durante largas y sangrientas décadas en las que han gobernado el PAN, el PRI y Morena, ha ido convirtiéndose en un poder simbólico, porque el de facto, son las organizaciones criminales, a las que por miedo nadie ve, precisamente por su brutal manera de mostrarnos que ahí están.

Ahí es donde entra la segunda cosa importante propuesta por Harfuch, el uso de las labores de inteligencia.

Para darnos una idea de lo importante que es, ayer la Secretaría de Seguridad Pública del gobierno de Evelyn Salgado Pineda en Guerrero informó la detención de 16 generadores de la violencia que se vive todos los días en Acapulco, derivado de acciones coordinadas de inteligencia del Ejército, la Fiscalía y la propia Secretaría.

Se espera que con Omar García Harfuch al frente de la seguridad pública las labores de inteligencia en la política anticrimen se fortalezcan, y que tal vez, como lo hizo en la Ciudad de México las policías locales reciban la facultad de investigar delitos.

Coincido con él. Lo importante no deben ser las cifras, si no que los ciudadanos puedan salir a la calle sabiendo que ellos y sus familias volverán a sus hogares sin ser víctimas de la violencia, y de ningún otro delito. Ojalá se logre. ¿Es mucho pedir a cambio de mis impuestos?