La expresión damnatio ad bestias era lo que ningún prisionero de los romanos hubiera deseado escuchar en la antigüedad. Traducida al español la “condena a las bestias” era una brutal manera de ejecutar a las personas arrojándolas a feroces animales, comúnmente leones, osos, o hienas, entre otros.
No solo permitía deshacerse de adversarios y rebeldes, sino mantener contentas a otra clase de bestias: los eufóricos espectadores que clamaban por sangre, por lo que también servían como distractores.
Al pueblo, pan y circo, reza otro dicho supuestamente alusivo al circo romano, donde en realidad se le daba sangre y morbo.
La muchedumbre ha sido manipulada políticamente desde la antigüedad.
Jesucristo fue condenado a la cruz mediante una decisión política de un romano. Poncio Pilatos no encontró culpa en Jesús pero al tener ante sí a un público dirigido y azuzado por fariseos deseosos de deshacerse del mesías, optó por dejarles a ellos la decisión… y lavarse las manos en señal de que él no era parte de esa decisión.
“Arrojar a los leones” y “lavarse las manos” son términos escritos en el hielo de las páginas del diccionario no escrito de la Realpolitik, y que suelen aplicarse juntos. “Arrójaselo a los leones y lávate las manos”.
Lo cual se traduce en “tira la piedra y esconde la mano” para los cándidos que buscan damas de la caridad y lunas de queso entre los actores y escenarios de la arena política.
En la era moderna no solo se deja en manos de las personas el condenar a otras, sino también la realización de proyectos ya sea por caros, por conflictivos o simplemente porque no dan los tiempos para concluirlos.
Puede ser el caso del multimillonario hospital de tercer nivel del ISSSTE al filtrarse primero a al sindicato por medio de la Secretaría de Seguridad Pública que no era el conducto adecuado para un proyecto de infraestructura de salud, que se construiría en el Centro de Convenciones de Acapulco.
Ya sea por el costo o porque como se rumora fuertemente algún diputado quiso hacer el negocio inmobiliario de su vida tratando de empujar la adquisición de un predio, lo cual habría llevado a considerar el abandonado inmueble de amplios jardines en el corazón de la zona turística de Acapulco.
La decisión ha molestado a los vecinos del fraccionamiento Costa Azul y algunos gerentes de hoteles que no quieren que se generen sitios de taxis y tianguis de piratería y comida en la zona, pero ha alegrado a jubilados y pensionados, y a derechohabientes en general que tendrán acceso a especialidades médicas por las que muchos deben viajar a la Ciudad de México.
Dicen por ahí que así la federación desecharía el proyecto de 3 mil millones de pesos y se lavaría las manos al quedar en promesa debido a que los acapulqueños no se pusieron de acuerdo. Dicen por allá que no se olvide que la polarización es la cancha en la que mejor juega el presidente Andrés Manuel López Obrador, sobre todo en tiempos políticos, y con obras sensibles.
Fue por un camino para un hospital que quisieron desaforarlo, y terminaron fortaleciéndolo cuando era jefe de Gobierno en la Ciudad de México. ¡No se lo comieron los leones!
No todos tienen la misma suerte.
Al diputado Joaquín Badillo Escamilla, el que adoptó la expresión de los pescadores acapulqueños “jálalo que es pargo” le pusieron el pargo enfrente y lo mandaron a corretearlo al Partido Verde, justo el que le recriminó hace unos años la pesca de cazones en la bahía de Acapulco, y allá fue. Cayó en las aguas infestadas de experimentados tiburones priístas.
Alicia Zamora Villaba, Julieta Fernández Marquez y Héctor Apreza Patrón jugaron con su presa, le hicieron como quisieron y lo dejaron sin el pargo que correteaba: la Mesa Directiva que perdió dos veces, en dos votaciones.
Esto luego de declararlo inelegible por haberse separado de la bancada más no de Morena, porque el Verde no informó que aceptara su adhesión, y de que se modificó dos veces la planilla porque había integrado a otros legisladores sin su consentimiento.
En el Congreso de Guerrero pareciera que encontraron la manera de añadir mayor crueldad al damnatio ad bestias.
A Jacko no lo han aceptado en el Verde, no le ayudaron a obtener la Mesa Directiva, y aunque dejó un pie en Morena -renunció solo al grupo parlamentario y no al partido- es obvio que desde ahí lo arrojaron a los tiburones, como los romanos echaban gente a los leones.
El mensaje es claro. Si le complicaron de esa manera presidir un poder simbólico como es la Mesa Directiva del Congreso, es fácil prever lo que pasará con la candidatura a la alcaldía de Acapulco que pretende disputar, entre otras personas, a la presidenta de la Junta de Coordinación Política Yoloczin Domínguez Serna.
Una cosa es pescar cazones, y otra nadar con tiburones, sobre todo cuando éstos parecen lindos pescaditos.
Decía Nicolás Maquiavelo que pocos ven lo que somos, pero todos ven lo que aparentamos. En política es necesario aprender a ver, y a escuchar.