Hay quienes pagaron hasta 18 mil pesos o más por ver a Luis Miguel en la Arena GNP de la zona Diamante pero que 20 mil personas, entre turistas y acapulqueños sin la posibilidad de comprar siquiera el boleto más barato de unos mil 650 pesos pudieran disfrutar la actuación de tres agrupaciones reconocidas en el mundo del espectáculo en la zona Tradicional de Acapulco literalmente no tuvo precio porque fue totalmente gratis.
Claro, el Club de los Filósofos Virtuales de la Perpetua Insatisfacción no lo verá como un instrumento de promoción turística para la ya próxima temporada alta de navidad y año nuevo, y menos como un acto de justicia de la gobernadora Evelyn Salgado Pineda para los acapulqueños y demás guerrerenses que no pudieron ver al famoso cantante más que cuando salía de cenar en carísimos restaurantes de la Costera.
Pero lamento decir a los descalificadores de oficio que el concierto gratuito de Matute, Caló y El Círculo significó ambas cosas: La promoción de Acapulco previa a la temporada de fin de año mediante un acto de justicia para el acapulqueño promedio cuyos ingresos no alcanzan para un boleto caro, mucho menos para un palco de esos que adquieren los magnates algunos de los cuales, a diferencia de los exclusivos lugares que alquilan, son públicos y no solamente privados, como debiera ser.
Seguro surgirá un check list completo de mil cosas que en opinión particular son justicia menos un concierto musical, pero deben incluirlo, ya que el artículo 27 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos dice que toda persona tiene derecho a gozar de las artes. La música, sea nuestro género favorito o no, es una de las bellas artes, aunque a los más viejos nos parezca que las nuevas generaciones le van quitando poco a poco la belleza.
Además de que toda sociedad, y toda persona, necesita del esparcimiento para aliviar la tensión por el estrés laboral e incluso por el estrés social. El hecho de que haya todos los problemas habidos y por haber no quiere decir que no debamos divertirnos, ni que el gobierno haga mal en destinar presupuesto a ofrecer opciones de esparcimiento para disfrute de los ciudadanos, y mejor aún si éstas sirven para publicitar al puerto.
El pináculo del esparcimiento es por supuesto, la actividad turística. Este concierto consistió en la presentación del mejor grupo de covers de los años de 1980 y 1990, así como de otro par de agrupaciones de la época. Es decir estuvo dirigido al público que disfrutó la música de esas décadas, por lo que hablamos, además de los que nacieron durante éstas, de gente nacida por lo menos una década antes en 1970, e incluso de una década después que pudo ser impactada por los gustos de la anterior generación.
Hablamos de un rango de edades que va desde los 34 hasta los 54 años donde debe existir cierta estabilidad financiera que permite realizar viajes familiares, y a quienes es posible llegar a través de las redes sociales, como seguramente lo harán los videos grabados y subidos a éstas por los 20 mil asistentes al concierto de playa Tamarindos, exactamente a tres semanas de que inicien las vacaciones de invierno, el próximo jueves 19 de diciembre.
El Ton y el Son
Me pareció muy buena la respuesta de la presidenta Claudia Sheinbaum al presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, ante su amenaza de imponer arancel del 25 por ciento a las importaciones mexicanas si no se sellan las fronteras.
Sheinbaum exhibió la doble moral gringa: 1.- No quiere drogas pero no hace nada porque su sociedad deje de consumirlas. 2.- No quiere que éstas se trafiquen a su lado de la frontera pero sí que miles de armas sigan pasando de este lado.
Aunque parece que el verdadero destinatario de las amenazas de Trump no es México, si no las grandes industrias estadounidenses como la automotriz que producen aquí muchas de sus unidades que luego exportan a su país de origen.
Al menos a ellas les provocó una baja en la bolsa de valores y si eso fue un balazo en el pie, obligarlas a trasladar su producción a Estados Unidos será un balazo en la cabeza, tanto por el costo de irse, como porque allá finalmente van a necesitar mano de obra barata… mexicana y asiática.
Revolcadero
1.- Iván Hernández Díaz pasó de ser la tortuga que nadie se explica cómo llegó a la copa del árbol, a la hoja seca que no se sabe si llegará al invierno. No hay bloqueo vial ni protesta que lo haga dar la cara ni mucho menos resolver algo. Pasó de ser delegado de los programas del Bienestar a promotor del Malestar en Guerrero, particularmente en Acapulco donde los damnificados por el huracán John siguen afectando a la ciudad ante el desinterés del funcionario, al grado que la propia presidenta Claudia Sheinbaum ha tenido que salir al quite en su conferencia mañanera.
2.- El INEGI echa abajo el pesimismo de un fumado exregidor que ha vendido a algunos medios de comunicación el apocalipsis turístico de Acapulco. De mayo de 2023 a mayo de 2024 la tasa de ocupación solo ha retrocedido 6 décimas de punto porcentual, es decir que pasó del 98.9 al 98.3 por ciento.
3.- Lo que sí preocupa en el puerto es que las autoridades migratorias desvíen hacia acá a migrantes centroamericanos que buscan llegar a Estados Unidos, y los dejen en la calle. Hacerlo evidencia un enorme hueco en la política migratoria.