El día primero de octubre, próximo pasado, asumió la Presidencia de la República, Claudia Sheinbaum. El discurso que pronunció no fue de un jefe de Estado, sino de una acólita de López Obrador, una porrista y militante fundamentalista de su partido. Dedicó casi diez minutos a manifestar un panegírico abyecto al ex presidente. Por cierto. El saludo inaugural no fue para la Nación, representada allí por el Congreso de la Unión, sino que fue para Andrés López. Allí se muestra la prioridad y el respeto y veneración que le tiene a éste. Y, claro, en segundo lugar, está todo lo demás.
No hubo ninguna palabra siquiera para dialogar con los partidos opositores. Tampoco hubo palabras de conciliación o de búsqueda de acuerdos y consensos. Ello demuestra que se sienten dueños del país y harán lo que se les venga en gana. Es decir, lo que ordene López Obrador a través de Sheinbaum. Estamos ante la reedición del Maximato (“el Presidente vive aquí, pero el que manda vive enfrente”). Y también dejó muy claro su beneplácito por destruir el Poder Judicial, tal como lo conocemos. Claro, los jueces que vayan a ser electos serán sus empleados. Repitió todas y cada una de las consignas de quien sigue siendo su jefe. Y hasta lo confesó.
Por la tarde expuso cien acciones a realizar (26 son exactamente las mismas que hace casi seis años prometió López). Me quedé perplejo ante tantos delirios, por no llamarle disparates. ¿Por qué lo manifiesto? Primero, porque plantea el aislarnos del mundo -me vino a la memoria la película “El castillo de la pureza”- y segundo, porque no hay dinero para darle gusto a esas ocurrencias (agencia espacial, satélite, etcétera). López se acabó el dinero dejado en un Fondo por los presidentes Fox, Calderón y Zedillo, por más de 300 mil millones de pesos; así también, vaciaron los 154 fideicomisos que existían (donde estaba el FONDEN, entre otros); se fueron contra las Afores; exprimieron el gasto de todas las dependencias, al punto que cada empleado lleva su propio papel sanitario. Corrieron a miles de servidores públicos con experiencia y capacidad; se pidió prestado al extranjero, al punto que hoy la deuda es de 6.6 billones de pesos.
Haciendo una analogía: si usted abre la caja, solo va a encontrar telarañas. Y encima de todo, se van a poner en el mercado de deuda en Wall Street 18 mil millones de dólares (más deuda), para hacer frente a compromisos que ya están tocando la puerta, entre ellos el pozo sin fondo que es PEMEX (la petrolera más endeudada del mundo y que pierde cinco millones de pesos cada segundo). Por eso es que no me explico de dónde va a salir ese dinero para sufragar todas esos “efluvios” del voluntarismo de la presidente. Solo un ignorante, tonto, desinformado o fanático se lo cree.
Epílogo: La genuflexión y el besamanos de la presidente hacia otra persona arrastró por el piso la investidura presidencial