Recientemente, la victoria electoral de la coalición oficialista, encabezada por el partido Morena ha suscitado un debate crucial en torno a la sobrerrepresentación y la democracia en México.
Esto se deba a que, con un 54.19% de los votos obtenidos, Morena busca asegurarse un 74.4% de los escaños en el Congreso. Esta sobrerrepresentación, además de ser un acto inconstitucional, plantea serias amenazas a la pluralidad democrática de nuestro país.
Sobre el particular, el artículo 54 de la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos es claro: limita la sobrerrepresentación al 8%. Este límite no es arbitrario; está diseñado para garantizar que el Congreso refleje de manera equitativa la voluntad del electorado. Sin embargo, Morena ha encontrado formas legales de evadir esta restricción, distorsionando así la verdadera intención de los votantes y manipulando el equilibrio del poder legislativo.
Desde el Partido Revolucionario Institucional, hemos denunciado enérgicamente estas tácticas. La democracia no se trata solo de ganar elecciones, sino de respetar y representar fielmente la voluntad del pueblo. Cuando un partido utiliza artimañas para inflar su presencia en el Congreso, traiciona los principios fundamentales de la representación democrática. Por ello, Morena debe conformarse con los legisladores que realmente obtuvieron en las urnas, no con una mayoría artificial creada a través de maniobras legales.
¿Por qué es importante cuestionar esta sobrerrepresentación? La respuesta se encuentra en la agenda legislativa de Morena, en particular, en su propuesta de reforma al Poder Judicial. Esta reforma no busca resolver los problemas estructurales de la justicia en México, como la falta de jueces y el acceso limitado a la justicia. En cambio, parece diseñada para reducir la protección de los derechos humanos y consolidar el poder del partido gobernante.
Una reforma judicial que realmente beneficie al país debería enfocarse en fortalecer la independencia del Poder Judicial, garantizar el acceso equitativo a la justicia y proteger los derechos de todos los mexicanos. Sin embargo, la propuesta de Morena parece encaminada en la dirección opuesta. Sacrificar los derechos de los ciudadanos por reformas superficiales y partidistas no es aceptable.
Además, intentar aprobar reformas sin un debate amplio y transparente es un golpe directo a la democracia.
El Congreso debe ser un espacio de discusión y consenso, no un escenario donde una mayoría artificial imponga su voluntad sin contrapesos. Es fundamental que cualquier cambio significativo en nuestro sistema de justicia cuente con un respaldo popular genuino y un debate abierto que incluya todas las voces y perspectivas.
Por tales motivos, es menester advertir sobre los peligros de esta sobrerrepresentación y el impacto negativo que puede tener en nuestra democracia. Exigimos transparencia y representatividad en el Congreso. Es nuestra responsabilidad como ciudadanos defender la Constitución, nuestros derechos y la integridad de nuestra nación. No podemos permitir que se distorsione la verdadera voluntad del electorado y se sacrifiquen los principios democráticos en nombre de una mayoría falsa.
La democracia mexicana aún está en construcción. Es esencial que todos los actores políticos respeten las reglas del juego democrático y se comprometan con la transparencia y la rendición de cuentas. Solo así podremos garantizar un futuro justo y equitativo para todos los mexicanos. La lucha por la democracia no termina en las urnas; continúa en la defensa de la Constitución y en la representación genuina de la voluntad popular. ¡Defendamos nuestra Constitución, nuestros derechos y nuestra nación!