/ viernes 28 de junio de 2024

El Padrino, Connie Corleone y AMLO

Tanto en un capítulo del libro de Mario Puzo, como en la película “El Padrino”, Connie desquita su frustración, rencor y despecho destrozando la vajilla y los muebles que se encuentra a su paso, mientras lloriquea y despotrica contra su marido Carlo.

Para mi consideración, esa es la misma actitud que el presidente López tiene con respecto a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, no importándole el gravísimo daño que le va a inferir a la nación.

Para ello quiere arrasar con todos los jueces federales. No se plantea una reforma al sistema de justicia, sino la destrucción del sistema de justicia. Lo han dicho y escrito puntualmente juristas de reconocido prestigio profesional, ético y moral, como José Elías Romero Apis.

Y es que, por donde se le vea, no hay lógica, razón, sustento y viabilidad jurídica en el planteamiento de que los jueces sean electos por el voto popular. Es, a todas luces, una venganza en contra de los actuales ministros que no le han permitido pisotear la Constitución.

Mire: Cito a Ignacio Morales Lechuga para que tengamos una idea de lo que se pretende: “Para convertirse en Juez de Distrito, los aspirantes deben aprobar un examen de cuatro horas sobre Amparo, Derecho penal, Proceso penal, Justicia para adolescentes y otros temas relacionados. A continuación, deben examinar dos casos y analizar una audiencia para responder a preguntas abiertas ante un sínodo, sin apoyo de la legislación. Este año, de 579 aspirantes, solo 46 aprobaron todo el proceso. ¿Cómo la votación popular podrá garantizar que los jueces estén preparados y calificados para el puesto?” . Le pregunto a usted, estimado lector: ¿se dejaría operar por un cirujano o abordaría un avión con un capitán que fue electo por voto popular?

En sus respectivas campañas políticas, para obtener la simpatía de los ciudadanos, ¿qué cosa es la que van a ofrecer? Ni modo que digan que van a fallar en favor de quien vote por ellos y en contra de quienes no lo hicieron. ¿Cómo se van a sufragar sus campañas? Serán los partidos los que lo hagan y, en este caso, los triunfadores seguirán la consigna que les dicte el partido que los apoyó.

O bien, serán miembros de organizaciones irregulares o criminales o empresarios que, a través del apoyo económico, condicionarán la actuación del pretendido juez.

Por supuesto que hay que hacer una reforma, pero no destruyendo las bases de la administración de justicia.

Para Romero Apis es claro que debe ir perfeccionándose, “pero no hemos encontrado uno mejor. El actual no es perfecto. El propuesto es peor. . . El sistema que se propone como sustituto podríamos llamarlo sistema demagógico. Los mismos electores escogen a los tres poderes. Quizá se votarían en la misma casilla y hasta el mismo día. Serían postulados por los partidos políticos y los electores tan solo seríamos sus paleros para dizque legitimarlos. . . Eso no sucede en ningún país serio. Se basa en preferencias, no en excelencias. El buen ministro debe ser un buen abogado no un buen candidato.”

Tanto en un capítulo del libro de Mario Puzo, como en la película “El Padrino”, Connie desquita su frustración, rencor y despecho destrozando la vajilla y los muebles que se encuentra a su paso, mientras lloriquea y despotrica contra su marido Carlo.

Para mi consideración, esa es la misma actitud que el presidente López tiene con respecto a los ministros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, no importándole el gravísimo daño que le va a inferir a la nación.

Para ello quiere arrasar con todos los jueces federales. No se plantea una reforma al sistema de justicia, sino la destrucción del sistema de justicia. Lo han dicho y escrito puntualmente juristas de reconocido prestigio profesional, ético y moral, como José Elías Romero Apis.

Y es que, por donde se le vea, no hay lógica, razón, sustento y viabilidad jurídica en el planteamiento de que los jueces sean electos por el voto popular. Es, a todas luces, una venganza en contra de los actuales ministros que no le han permitido pisotear la Constitución.

Mire: Cito a Ignacio Morales Lechuga para que tengamos una idea de lo que se pretende: “Para convertirse en Juez de Distrito, los aspirantes deben aprobar un examen de cuatro horas sobre Amparo, Derecho penal, Proceso penal, Justicia para adolescentes y otros temas relacionados. A continuación, deben examinar dos casos y analizar una audiencia para responder a preguntas abiertas ante un sínodo, sin apoyo de la legislación. Este año, de 579 aspirantes, solo 46 aprobaron todo el proceso. ¿Cómo la votación popular podrá garantizar que los jueces estén preparados y calificados para el puesto?” . Le pregunto a usted, estimado lector: ¿se dejaría operar por un cirujano o abordaría un avión con un capitán que fue electo por voto popular?

En sus respectivas campañas políticas, para obtener la simpatía de los ciudadanos, ¿qué cosa es la que van a ofrecer? Ni modo que digan que van a fallar en favor de quien vote por ellos y en contra de quienes no lo hicieron. ¿Cómo se van a sufragar sus campañas? Serán los partidos los que lo hagan y, en este caso, los triunfadores seguirán la consigna que les dicte el partido que los apoyó.

O bien, serán miembros de organizaciones irregulares o criminales o empresarios que, a través del apoyo económico, condicionarán la actuación del pretendido juez.

Por supuesto que hay que hacer una reforma, pero no destruyendo las bases de la administración de justicia.

Para Romero Apis es claro que debe ir perfeccionándose, “pero no hemos encontrado uno mejor. El actual no es perfecto. El propuesto es peor. . . El sistema que se propone como sustituto podríamos llamarlo sistema demagógico. Los mismos electores escogen a los tres poderes. Quizá se votarían en la misma casilla y hasta el mismo día. Serían postulados por los partidos políticos y los electores tan solo seríamos sus paleros para dizque legitimarlos. . . Eso no sucede en ningún país serio. Se basa en preferencias, no en excelencias. El buen ministro debe ser un buen abogado no un buen candidato.”