/ jueves 20 de junio de 2024

Médula | Cerrar filas ante la violencia

Tiene mucha razón Orlando Camacho Nacenta, director de la organización México SOS, cuando señala la falta de corresponsabilidad entre sociedad y autoridades para enfrentar el tema de la inseguridad. Y qué bueno que lo dijo ante los miembros del Grupo Aca.

En Acapulco vamos para dos décadas y media en medio de sangrientas disputas territoriales por el control de la plaza entre organizaciones criminales. Al igual que ha sucedido en otras ciudades de Guerrero, pero enfatizo Acapulco por las recientes ejecuciones y ataques que se han dado en las últimas horas en el puerto

Esta prolongada secuencia de confrontaciones y asesinatos entre civiles armados de diferentes grupos delincuenciales ha tenido sus repuntes y sus descensos en determinados periodos.

Según las más recientes cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, los años en los que se cometieron más homicidios dolosos en Guerrero fueron 2015 con 2 mil 16 casos; el año 2016 con 2 mil 213 asesinatos; el pico más alto se tuvo en 2017 con 2 mil 310, mientras que en 2018 se cometieron 2 mil 222.

Los 549 ocurridos en lo que va del 2024 no son ni la cuarta parte de los de 2016, 2017 o 2018.

De hecho Guerrero ha salido de los primeros lugares nacionales, y se ha colocado a “la media de la media”, es decir, a la mitad de la media nacional que en el país es de 8 mil 981 casos por cada 100 mil habitantes en el total de delitos, y en el estado la tasa es de 4 mil 45; lo mismo en homicidios dolosos, en los que el estado presenta una tasa de mil 783 por cada 100 mil habitantes, mientras la media nacional es de 3 mil 898.

Pero continúa siendo violento, y una característica de la violencia es que un solo hecho, cualquiera que sea, es inadmisible, o debiera serlo, en una sociedad civilizada. Solo que una sociedad civilizada, en efecto, es aquella donde las instituciones y normas regulan la conducta.

Por instituciones no debemos entender solamente las dependencias de los gobiernos, sino la familia, y la escuela que son los primeros contextos de socialización de los individuos. Ahí, en las casas, es donde se inculcan los valores necesarios para que los individuos no se involucren en actos criminales. Ahí en la escuela es donde se refuerzan.

Si el gobierno es responsable de todo, no somos responsables de nada. Es una cómoda manera de deslindarnos.

Por eso celebro que Orlando Camacho haya dicho lo que dijo ante los miembros del Grupo Aca que es necesario cerrar filas autoridad y sociedad, y hacernos corresponsables, incluidos los medios de comunicación y la iglesia.

Y lo celebro porque de la misma manera en que una u otra asociación civil se reúne cada semana para desayunar y expresar sus opiniones, también puede salir del aire acondicionado para participar, o financiar, campañas de alfabetización, escuela para padres, casas de rehabilitación, escuelas de oficios, equipos deportivos, talleres de artes, y tantas cosas con las que podemos cerrar la pinza y pelear el territorio para los ciudadanos, como se hizo hace varios años con buenos resultados en Ciudad Juárez.

Tiene mucha razón Orlando Camacho Nacenta, director de la organización México SOS, cuando señala la falta de corresponsabilidad entre sociedad y autoridades para enfrentar el tema de la inseguridad. Y qué bueno que lo dijo ante los miembros del Grupo Aca.

En Acapulco vamos para dos décadas y media en medio de sangrientas disputas territoriales por el control de la plaza entre organizaciones criminales. Al igual que ha sucedido en otras ciudades de Guerrero, pero enfatizo Acapulco por las recientes ejecuciones y ataques que se han dado en las últimas horas en el puerto

Esta prolongada secuencia de confrontaciones y asesinatos entre civiles armados de diferentes grupos delincuenciales ha tenido sus repuntes y sus descensos en determinados periodos.

Según las más recientes cifras del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, los años en los que se cometieron más homicidios dolosos en Guerrero fueron 2015 con 2 mil 16 casos; el año 2016 con 2 mil 213 asesinatos; el pico más alto se tuvo en 2017 con 2 mil 310, mientras que en 2018 se cometieron 2 mil 222.

Los 549 ocurridos en lo que va del 2024 no son ni la cuarta parte de los de 2016, 2017 o 2018.

De hecho Guerrero ha salido de los primeros lugares nacionales, y se ha colocado a “la media de la media”, es decir, a la mitad de la media nacional que en el país es de 8 mil 981 casos por cada 100 mil habitantes en el total de delitos, y en el estado la tasa es de 4 mil 45; lo mismo en homicidios dolosos, en los que el estado presenta una tasa de mil 783 por cada 100 mil habitantes, mientras la media nacional es de 3 mil 898.

Pero continúa siendo violento, y una característica de la violencia es que un solo hecho, cualquiera que sea, es inadmisible, o debiera serlo, en una sociedad civilizada. Solo que una sociedad civilizada, en efecto, es aquella donde las instituciones y normas regulan la conducta.

Por instituciones no debemos entender solamente las dependencias de los gobiernos, sino la familia, y la escuela que son los primeros contextos de socialización de los individuos. Ahí, en las casas, es donde se inculcan los valores necesarios para que los individuos no se involucren en actos criminales. Ahí en la escuela es donde se refuerzan.

Si el gobierno es responsable de todo, no somos responsables de nada. Es una cómoda manera de deslindarnos.

Por eso celebro que Orlando Camacho haya dicho lo que dijo ante los miembros del Grupo Aca que es necesario cerrar filas autoridad y sociedad, y hacernos corresponsables, incluidos los medios de comunicación y la iglesia.

Y lo celebro porque de la misma manera en que una u otra asociación civil se reúne cada semana para desayunar y expresar sus opiniones, también puede salir del aire acondicionado para participar, o financiar, campañas de alfabetización, escuela para padres, casas de rehabilitación, escuelas de oficios, equipos deportivos, talleres de artes, y tantas cosas con las que podemos cerrar la pinza y pelear el territorio para los ciudadanos, como se hizo hace varios años con buenos resultados en Ciudad Juárez.